25 de noviembre de 2010

Discriminación en el ámbito laboral: cuando la equidad de género da trabajo

Por Noelia Leiva

Desde la concepción de la distribución de las tareas, el patriarcado reduce el desempeño de las sujetas a ámbitos secundarios. En la producción industrial, les reserva actividades repetitivas, mecánicas. En los espacios profesionales, naturaliza prácticas que privilegian la comodidad del varón. Movimientos por la igualdad se organizan para denunciar esas formas de violencia y generar el cambio.

Que la postulante tenga experiencia y juventud, además de ‘buena presencia’. Desde la primera aproximación al universo del trabajo pueden rastrearse signos de discriminación. Cuando los criterios de selección del personal y la determinación de las tareas están asociados a prejuicios de género, el ingreso restrictivo al campo laboral se convierte en otra forma de violencia hacia las mujeres, cuya erradicación se demanda en todo el mundo hoy, como cada 25 de noviembre. El avance en disciplinas marcadas -por el patriarcado- como exclusivas de los varones y el reclamo de obtener la misma remuneración por idéntica actividad encabezan la lucha por la equidad.
En las efemérides del movimiento feminista sobresalen las reivindicaciones en el campo popular. En 1908, 146 obreras de la fábrica textil Cotton de Nueva York, Estados Unidos, fueron asesinadas mediante un incendio provocado por los patrones para terminar con la protesta que sostenían por mejores salarios. Desde entonces, el colectivo por la igualdad pretendió que las muertes de sus compañeras superaran el inconsciente social reprimido para que el conjunto de las personas distinguiera las formas de esclavitud que el machismo adosaba al ‘modelo femenino’. En 1960, el femicidio de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, que velaban por le derecho a la participación política, en manos del dictador dominicano Rafael Trujillo marcó la fecha para recordar los alcances de la agresión androcéntrica.
Pero las huellas de la pelea no sólo se leen en clave histórica: “Las mujeres sufrimos en el ámbito laboral porque somos las que más trabajamos pero menos ganamos, con menores posibilidades de ascender de categoría o sueldo”, denunció Pamela Bulacio, miembra de la Comisión Interna de Kraft-Terrabusi. En la cadena de producción, ellas deben realizar actividades “más repetitivas y embrutecedoras, que generan cambios en el cuerpo y la vida”, describió la referente, en diálogo con LA TERCERA.
Si lograron ingresar al circuito y permanecer en él, la embestida puede meterse con su salud cuando precisamente tales movimientos en serie generan patologías que disminuyen su rendimiento, de modo que “muchas padecen violencia porque no pueden hacer las tareas normales de acuerdo a las enfermedades profesionales”, observó la delegada de esa fábrica. Las sujetas, cuya capacidad resultó reducida al uso mecánico de su físico, padecen doblemente la negación de su desarrollo cuando no existen alternativas a realizar en el interior de la empresa mientras dura su recuperación.
En esa fábrica alimenticia, la organización de delegados que se fortaleció en 2008 sufrió despidos que pretendieron fragmentarla, en un contexto de intereses de poder. La mayoría de los echados fueron varones porque -como dicta el paradigma imperante- ellos encabezaron la protesta, tal vez por la legitimación de la autoridad de su voz. Luego, las compañeras se sumaron a la resistencia. En ese marco, la posibilidad de ser expulsadas parece incrementarse cuando se trata de jóvenes o adultas porque los empleadores las consideran “material descartable”, calificó la dirigente.

Condición original

El tamiz de los roles es patriarcal. “A la medicina la escribieron los hombres”, sentenció la endocrinóloga Stella Maris Gilabert, representante del Asociación Sindical de Profesionales de la Salud bonaerense (Cicop). Ese condicionamiento original generó que las mujeres que quisieron iniciar la carrera “lucharan muchos años por ingresar en especialidades que eran ‘de varones’, como la cirugía”, describió la echeverriana.
En las clínicas y hospitales las pacientes todavía deben permitir que el manejo de su cuerpo esté pensado para servir a quien las atiende: “Las mujeres paren para comodidad del partero, acostadas, para que él esté tranquilo, cuando deberían hacerlo sentadas”, planteó la gremialista. La naturalización de que el nacimiento de un niño le provocará dolor físico a la madre también se asocia con la definición machista que ve en las individuas el ‘recipiente’ de contención del ‘hijo del padre’, un medio para dar a luz al ‘heredero’. Con todo y a modo de reivindicación, analizó que en ese espacio profesional la batalla se da cada vez más “por talento y no por género”.
En los hogares, el encasillamiento de las acciones asocia lo masculino con la toma de decisiones de forma autárquica y lo femenino con la reproducción de apariencias por fuera de sus deseos, la obligación de que ‘cada cosa esté en su lugar’: en casa. No obstante, hay indicios de modificaciones que ven en ellas a las protagonistas. “Nosotras somos las que peleamos, para nuestra organización está absolutamente enterrado que tengamos que depender de un marido o un patrón”, recalcó Vilma Bagnalasta, enfermera e integrante del Partido Obrero de Almirante Brown.
Con la definición de lo que les sucede en su mente y la necesidad de generar una realidad inclusiva, las mujeres se organizan en sus trabajos para pedir que las mejoras en las condiciones laborales también las favorezca. Desempeñarse como sus pares hombres en espacios de conducción es otra de las tareas hacia las que caminan. Las propuestas para vencer la doble discriminación, de género y clase, también suponen que los hombres deslegitimen el sometimiento. Un cambio colectivo que se empuja desde la calle y la fábrica.


*En el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres*

Publicado en La Tercera del 25 de noviembre de 2010 
http://www.diariolatercera.com.ar/detalle.php?articulo=Discriminaci%F3n-en-el-%E1mbito-laboral:-cuando-la-equidad-de-g%E9nero-da-trabajo&tipo=1&documento=6760&sistema=diarios

Mujer no es mercancía

Por Noelia Leiva

Si alguien hubiese formulado una Teoría del Propio Ombligo que infiriera sobre la clausura de acciones que perjudiquen el ‘yo’ sin más preocupaciones que las ‘ensimismadas’, ciertos medios de comunicación se consagrarían como discípulos. ¿Qué tiene de malo que una empresa periodística vele por su beneficio? La respuesta está en la balanza de los derechos: pesa más bregar por información que no estigmatice ni sostenga la violencia contra un sector de la población que alimentar las arcas comerciales a través de la promoción de actividades ilícitas. Eso parece atender la ordenanza que votó en su última sesión el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora que, en consonancia con medidas tomadas en cuatro provincias, limita la concesión de pautas publicitarias oficiales a los medios regionales, provinciales o nacionales que incluyan avisos o convocatorias asociados con la prostitución y la trata de personas. Ahora, resta que se cumpla.
Si lo que se presenta en la agenda informacional hegemónica legitima lo que sucede, que el mensaje reduzca a las sujetas a un objeto ‘fabricado’ para dar placer (sin leer las publicidades que las ridiculiza al mostrarlas fascinadas con la velocidad del lavado de platos o un superhéroe animado) extiende la aceptación de la subyugación femenina y la convierte en moneda corriente. Ése es el trasfondo de algo peor.
El marco machista que cree en la ecuación ‘mujer = vagina’ es causa y amparo para la reproducción de sistemas de explotación sexual, que no sólo naturalizan los avisos publicitarios sino que ayudan a perpetrarlos. Muchas víctimas fueron captadas mediante el engaño a través de “ofertas de trabajos en casas de familias o meseras”, cita el libro Se Trata de Nosotras, de Las Juanas Editoras. “Otra modalidad de los reclutadores es la realización de castings”, subraya.
Los anuncios que agrupó bajo el ‘rubro 59’ el multimedio cuestionado por su complicidad con la última dictadura -modelo para firmas más pequeñas- son, entonces, una puerta abierta al secuestro de niñas y grandes. La visibilización de la ‘oferta’ de lo que no es un trabajo sino una forma de esclavitud oculta, paradójicamente, la ilegalidad de los manejos de una acción condenada por el marco jurídico abolicionista al que suscribe Argentina.
La ordenanza oficialista busca “sensibilizar a la población” y “erradicar los avisos de contactos sexuales”, también camuflados como convocatorias a ‘importantes privados’. A partir de la reglamentación del texto, la Secretaría de Prensa comunal deberá poner los ojos para limitar la propaganda estatal. Ahora resta que no se mire para otro lado.

Publicado en La Tercera

1 de noviembre de 2010

Pantalla recuperada

Por Noelia Leiva

Un grupo de cinéfilos decidió que ya era hora de rehabilitar los espacios vecinales para proyectar películas. Documentales y largometrajes de ficción se ofrecen los fines de semana en centros culturales o comunitarios. También salen a las plazas. La impronta de la participación vecinal echada a rodar.


El rito iniciaba, aparentemente, al ingresar en la oscuridad de la sala para que se iluminara la mente -y, tal vez, el alma- frente a la pantalla. Pero no. Encontrarse con viejos conocidos de la manzana o nuevos vecinos era el principio fundamental de la trama. Más si añadía el condimento de algún dato exclusivo sobre los personajes de esa escenografía común. El cine de barrio, con el condimento de la identidad hecha de a muchos, era un espacio de encuentro entre la ficción y la realidad. Para poder hablar de él en presente, amantes del celuloide se organizaron en localidades sureñas para reavivar la llama. La función recién comienza.
Sobre la pared, una tela blanca o una pantalla gigante, los otros sujetos (los que captó alguna cámara) se recrean, en un encuentro que puede buscar generar interrogantes o un instante de esparcimiento. Para La Luciérnaga, autodefinida como “cine popular en Remedios de Escalada”, el motivo que justifica salir al ruedo cada domingo en la Federación de Entidades de esa localidad (FERE) es “la relación con el vecino, que a veces viene de otros barrios, que te dice qué película le gustaría ver”, describió ante LA TERCERA Martín Díaz del Río, integrante del colectivo.
En Almirante Brown, El Derrumblé es el centro cultural que cada sábado enciende el proyector de la mano del Cine Documental Alondras para Espejos, que surgió con la idea puesta en la difusión de las construcciones no ficcionales y experimentó el verano último la recepción en la plaza local General Belgrano. La clave para que un film con vidas imaginadas o reales sea seleccionado es que funcionen como “películas preguntantes”, graficó Guillermo Gugliotti, uno de los hacedores de la iniciativa. Indagarse a sí mismo primero, para ir por más.
A veces hay que buscar un acuerdo sobre qué significa para cada uno la temática propuesta para el ciclo mensual. Educación, animación, participación y problemáticas de género fueron algunos de los tópicos que invitaron a sumarse. En ambas realizaciones, el objetivo es recuperar el espacio de encuentro del y con el vecindario con el séptimo arte.
La sesión se inicia cuando las personas de todas las edades (solas, en pareja, en familia o con amigos) se adentran en la sala, que el resto de la semana alberga a otras formas creativas. Los lanusenses acostumbran a colocar una gorra a la entrada por si un espectador o espectadora quiere colaborar económicamente con ese emprendimiento autogestionado. “A veces nos colgamos y ni siquiera eso”, aseguró el partícipe de ese equipo. En el caso de sus vecinos, cuya iniciativa se costea de la misma forma, la mesa de ingreso se colma de snacks o pochochos, hechos por los anfitriones o traídos por el público.
La luz se apaga. El ojo que replicará cada cuadro se prende. La perinola cinematográfica empieza a girar.

Heteróclita elección

Para las luciérnagas (y los luciérnagos), la variedad proyectada responde a sus deseos y el de los concurrentes. “Si estamos ciclotímicos, agarrate”, bromeó Manuela García. La espontaneidad también se refleja después de compartir cada cinta: “Nos interesa, en general, material que llame al debate, la charla. Termina y les preguntamos qué les pareció, ahí surge” el encuentro con el auditorio, describió Soledad Pérez, otra miembra del plantel.
Desde documentales que rozan lo antropológico como “Chucalezna” de Jorge Prelorán hasta la comedia argentina de 1985 “Mingo y Aníbal contra los fantasmas”, la inclusión ecléctica se retroalimenta de las respuestas voyeurísticas. Además, hay meses que sus propuestas temáticas coinciden con las de sus pares brownianos aunque con títulos diferentes.
En la casa burzaquense, las reuniones de los cuatro coequipers (participan además Juan Pablo Rufino, Vanesa Bisutti y Guadalupe Rivaldo Lalin) buscan consenso sobre la matriz conceptual. La práctica se lanzó en el hogar de uno de ellos. Cuando se mudó al espacio cultural empezó a sumar trabajos producidos en set pero no incorporados al circuito comercial, bajo el lema “Otro cine, otra mirada”. También, la consigna fue apostar a incorporar el hábito de observar ‘docus’, que está “muy bastardeado”, consideró Gugliotti. Hasta ahora se vieron los testimonios obtenidos por Carlos Ruiz en Famatina y Chilecito para su producción sobre la mega-minería “Cielo Abierto”, el film francés “La Gran Seducción” de Jean Francois Pouliot, e “Imaginadores”, el largometraje de Daniela Fiore sobre la historieta argentina, entre otros.
Para el hacedor, una meta a alcanzar es tener “un cine ambulante para contactar agrupaciones de distintas provincias, cargar el proyector en la camioneta y salir” rumbo al nuevo escenario, una iniciativa que los oriundos de Lanús ponen en práctica durante las vacaciones de alguno de sus integrantes. Otro sueño para Alondras sería elaborar un material propio en el que los vecinos sean guionistas, técnicos, directores y actores. Sus pares dieron un paso adelante: algunos prestaron su cuerpo a personajes de un corto que refleja la vinculación entre el este y el oeste de Escalada y que ya se proyecta en los barrios.


En el espejo

“No se trata de qué tipo de sociedad quiero construir sino de qué tipo de individuo quiero ser”, es una de las premisas a la que el conjunto de Burzaco arribó cuando se preguntó por qué juntarse cada semana alrededor de una pantalla. “Es que el arte es una herramienta que se pone de costado, no es algo que imponga sino que te permite a vos reflejar, usarla como espejo”, transmitió el referente local. A través de ella, los ojos se posan sobre cada quien para luego buscar al otro y construir una propia “contracultura”.

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En marcha I

‘Quereme así, piantao’, parece invitar el ‘alondraje’. Este mes, llevará a El Derrumblé (Burzaco 716 de la localidad homónima, a las 20) un ciclo dedicado a la locura con títulos a confirmar. Mientras, recolectan contactos para elaborar una galería virtual que llevará el nombre de Mapa de Espacios Culturales Argentinos (Más data en www.alondrasparaespejos.com.ar).
La Luciérnaga concluyó el fin de semana último un ciclo realizado en conexión con la banfileña Huerta Bataraxa sobre soberanía alimentaria e “invasión de transgénicos”, prepara un festival de cierre del año con proyecciones, música y exposición de fotos. Será el domingo 14 de noviembre en el FERE, Rosales 954, de Remedios de Escalada (Consultar www.grupolaluciernaga.com.ar).
 
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En marcha II

Convocar, tender puentes. Saber que son muchas las ideas en movimiento, aunque parecen pocas si están aisladas. Un grupo de centros culturales del sur del Conurbano convocan a la tercera Muestra de Organizaciones Culturales y Comunitarias Autogestionadas (Mocca) que en diciembre llegará a Claypole, después de pasar por Burzaco y Escalada. Reunirá a representantes del arte en acción, con presencia barrial y la mirada puesta en la participación colectiva (Info en www.recenaccion.com.ar).

Publicado en la edición impresa de La Tercera del 1 de noviembre de 2010
http://www.diariolatercera.com.ar/detalle.php?articulo=Pantalla-recuperada&tipo=1&documento=6595&sistema=diarios