21 de junio de 2013

“Busco cambiar las formas de mirar”



Por Noelia Leiva

Lo definió Celeste Robles, una vecina de Temperley que hace cuatro años pinta murales en las calles de la región. Elige los sitios donde más peatones pasan, para que sus diseños interpelen y generen preguntas. Su propuesta es “modificar” las formas de pertenecer a la sociedad desde pequeños colectivos comunitarios. 

Ella sale a “zapar” pero su instrumento no es una guitarra sino un pincel y algunos tarros de pintura. Hace cuatro años que Celeste Robles camina las calles del Conurbano sur (sobre todo las de Banfield, donde nació; y las de Temperley, donde vive) y es recién cuando encuentra una pared que cree adecuada que el dibujo que dejará impreso empieza a tener forma en su mente. Pero no todo es azar, sino que hay un motivo: “modificar” la forma de pensar y también su entorno, para que cada persona y su comunidad sean el motor de lo nuevo.
Aunque estudió en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano de Barracas, su arte trasciende la formación académica. Rechaza las galerías de exposición por ser un ámbito “elitista” y se distancia del Street Art porque, aunque concebido como expresión callejera, “se vuelve inalcanzable” cuando busca asociar una marca a un exponente. “Péle” -como le dicen desde los 15- dialogó con LA TERCERA sobre su experiencia en el trabajo ancestral de dejar huellas en la pared.
-¿Cómo comenzaste tu labor en el Conurbano?
-Fue antes de empezar a estudiar, con un amigo que trabajaba para un mapuche que marcaba murales con motivos originarios. Hacía una olla popular y los murales eran comunitarios. Después, fui voluntaria en el hospital Borda, donde compartí talleres con los internos. Ahí conocí a un grupo de chicas que estudiaban en la Escuela de Bellas y me dijeron que por qué no hacía la carrera; así que comencé a cursar ahí. También pinto cuadros como un trabajo personal pero no le encuentro mucho sentido a la galería y la exposición, son ámbitos muy chicos y elitistas que están dirigidos a las personas que invitás o que ya realizan esa actividad.
-¿Qué rescatás de esas primeras experiencias?
-Encontrás de todo. Al principio no sabés muy bien cómo hacer las cosas. A veces depende los barrios, porque en los más pobres la gente responde menos a lo público y lo privado. En cambio, en otros con más recursos las personas creen que toda la cuadra es de ellos y, aunque no estés en su frente, llaman a la Policía. No es un delito pero pueden demorarte. Ahora, por ejemplo, dejé de trabajar de noche, que era lo que hacía que la gente tuviera más miedo. Sí sigo sin pedir permiso porque lo que hago tiene que ver con la modificación de un espacio. Es así como lo descubren las personas. Además, si nadie te pide permiso para colocar un cartel publicitario, tampoco lo tengo que hacer yo, que no te vendo nada.
-¿Buscás una constante temática para tus obras?
-Al principio no lo hacía, pesaba más el desafío de salir, la adrenalina. Todos los que hacemos esto somos un poco transgresores. Pero cuando la gente empieza a buscar y a hacerse preguntas, hay que tener un concepto. Yo hago zapadas, como si fuera un músico: no sé qué voy a hacer, llevo los elementos y veo qué sale. Pero hace dos años que tengo una cierta militancia por que el símbolo anarquista deje de asociarse con algo violento y se vincule como la búsqueda del cambio. Si bien no se puede salir del sistema, uno en lo individual puede hacer su propia versión, sin que exista ningún mandato social.
-¿Lo comunitario pesa también en quienes te dan una devolución, mientras trabajás?
-Los chicos son los que rápidamente te van a decir algo porque no son como las personas adultas que van a mirar y a cuidarse de hablar. A mí me completa más cuando se acerca gente más grande que no tiene ningún contacto con el arte. Si sale un señor de trabajar y te dice “gracias”, ahí se cumplió. La modificación de las cosas es lo que busco, por eso uso más que nada pasajes peatonales porque a veces los alegran y sienten que es para ellos. Las primeras preguntas que me hacían era si alguien me pagaba por hacerlo. Que se vayan pensando que todavía hay gente que hace cosas porque tiene ganas es una modificación. Por eso no creo hacer Street Art, donde buscás tus diseños y la gente empieza a registrarte. Si es arte callejero, tiene que mutar todo el tiempo. Lo que quiero es modificar, y el Street Art se volvió inalcanzable. Antes de que asocien mis dibujos con mi cara, prefiero que las personas cambien su forma de mirar.
-Esa conceptualización se vincula con tu intención de modificar lo que se piensa del anarquismo.
-Sí, no tengo una militancia partidaria pero sí anarquista. Si bien el viejo pensamiento político está asociado con cambiar el sistema, considero que eso no va a llegar; es una batalla perdida. No creo en el formato social sino en la comunidad. Por ejemplo, mi manera de salir es compartir un alquiler de palabra con varias personas. Con quienes pensás similar podes asociarte en lo micro, creer que se puede salir. Se basa en la confianza y en los vínculos: si sos bueno en algo, te vas a destacar por eso en la comunidad y el resto de los roles se van a distribuir en los otros.


Tributo al “último punky”

Si bien Celeste elige crear en el momento, frente a la pared que pudo encontrar y con las pinturas con las que contaba ese día, hay un proyecto que tiene en mente: homenajear a Ricky Espinosa, el ‘pibe de Gerli’ que descolló en Flema y que para “Péle” es “el último punky”. Como su fuerte no son los retratos y es eso lo que busca plasmar para luego armar un “santuario dibujado”, necesita alguien que “vectorice e imprima” la imagen. Después, restará dar con una “pared alta” en lo posible en su localidad natal, para reunir rock, cultura popular y arte en movimiento.
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Para conocer su obra, se puede buscar su perfil en Facebook: “Pinto Elconurbano”.
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Por fuera del Conurbano, llevó sus pinceles a La Boca, a partir del proyecto “Rioba” que busca modificarle la cara a las calles de ese barrio porteño. Espera que un día crucen la frontera y vayan a pintar con ella al otro sur.

Publicado en La Tercera http://www.diariolatercera.com.ar/0/vnc/nota.vnc?id=273#gallery1v25271v2

20 de junio de 2013

Un flagelo que no termina


Por Noelia Leiva 

Estuvo diez días en cautiverio. Aseguró que pasó frente a una comisaría con sus captores y los hombres se “rieron” de su impunidad. Ordenaron internarla en un neuropsiquiátrico.




A sus 14 años, Milagros estuvo diez días en cautiverio luego de que otra muchacha la entregara. Golpes, abusos e inyección de sustancias que aún no se identificaron fueron constantes durante ese calvario. Fue llevada en una camioneta y vestida con ropa insinuante para “ser comprada”. Pasaron delante de una comisaría, la de Burzaco, y los captores se rieron de su impunidad. Hasta que logró escaparse y retornar con los suyos pero la Justicia ordenó internarla en un neuropsiquiátrico, lejos de su mamá.
Sucedió en el distrito bonaerense de Almirante Brown, donde vive la chica junto a su mamá y hermanos. En abril, una chica que solía andar por el barrio la invitó a su casa pero “se subieron a un colectivo hacia Alejandro Korn, Milagros se perdió y en una esquina (su acompañante) la dejó solita”, relató su mamá, Silvia González. Allí comenzó el recorrido de la mujer por comisarías y hospitales para buscar a su nena, que convive con un retraso madurativo leve. También ahí comenzaron las amenazas hacia su familia y las sospechas de que había una red organizada detrás del secuestro.
En la Comisaría Segunda de Burzaco le dijeron que seguro “se había ido con su novio” y por eso no irían tras su rastro, aseguró la mamá. Según la madre, su hija declaró que pasó por delante de esa dependencia policial en un vehículo junto a los hombres que la retenían y en ese momento “le dijeron que la estaban buscando y se rieron”, como indicio de la vía libre con la que contaban. Por eso es que desde que apareció, la familia quiere que la custodie la Gendarmería y no los azules.
Milagros denunció haber sido abusada por “muchas personas”, haber sido obligada a ponerse “polleritas y camisas” y ser llevada “a subastar a Betharram (en Brown) y a la villa 1.11.14 de Bajo Flores”, transmitió González. Además, cuando logró escaparse y un tío la encontró, todavía tenía marcas en sus piernas de inyecciones. Estiman que fueron sedantes, para evitar que se escapara.
Los datos para caratular la causa como ‘trata de personas’ sobraban desde el primer testimonio, pero recién después de que participó en una Cámara Gessel a principios de mes lo consideraron así las autoridades que intervinieron: primero la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 6 de Lomas de Zamora, luego la 9 y finalmente el Juzgado de Garantías 8, a cargo de Gabriel Vitale, un magistrado que hasta ahora demostró su compromiso en materia de género. Sin embargo, el entorno de Milagros espera que se derive a la órbita federal, algo que estaría por confirmarse.

Segunda opresión
Luego de los diez días sumida en la violencia, a la chica le esperaba una nueva lucha, encarnada por representantes del Servicio Zonal, un ente bonaerense que responde a la ley 13.298 de De La Promoción y Protección Integral de los Derechos de los Niños. Esa norma señala que una persona menor de edad debe quedarse en su seno familiar a menos que se compruebe que sea nocivo para su desarrollo. Ése argumento esgrimieron desde ese espacio, articulado con la comuna browniana, para internar a la adolescente en un neuropsiquiátrico e impedir por unos cinco días que su mamá la viera.
La chica sufrió varias crisis y al menos dos intentos de suicidio desde que regresó a su entorno, por eso los profesionales recomendaron una intervención. La Secretaría de Salud browniana le brindaba un tratamiento ambulatorio, pero enviaron una ambulancia para llevarse a la joven al hospital neuropsiquiátrico José Estéves de Temperley, a lo que la mamá no accedió porque esperaba que pueda estar en su casa durante su atención. Además, no quería que la volvieran a “atar” como en la clínica donde tuvo que llevarla ni bien apareció, tras los primeros episodios.
Esa postura fue entendida tomada por resistencia a las decisiones de los órganos intervinientes, por lo que enviaron a la Policía con la orden de “romper todo si no les daba a Milagros”, graficó la mujer. Finalmente, la internaron “por la fuerza” en el instituto San Jorge, en Lanús e impedir que su círculo afectivo la visitara durante las primeras jornadas.
“Pedimos una entrevista al ministro (de Justicia y Seguridad bonaerense, Ricardo) Casal para que nos explique por qué se actuó de esta manera, aunque no me sorprende el proceder de los jueces. Mientras estaba desaparecida sólo la madre la buscó y la encontró un tío, pero la Justicia no ordenó en ese momento ningún control médico, un pedido de ADN ni una internación. Silvia tuvo que costear todo desde su obra socia porque el Estado estuvo ausente”, denunció Margarita Meira, integrante de Madres de Constitución, una ONG que se encarga de ayudar y dar con víctimas de trata.
A la referente le preocupa la posibilidad de que los proxenetas quieran volver a secuestrar a la chica por toda la información que brindó, por eso reclamó una custodia permanente. Además, cuestionó que esté internada en un centro mixto y para adultos, cuando “ella le tomó miedo a los hombres y ya sufrió una nueva crisis”.
La Fundación María de los Ángeles que creó Susana Trimarco, la mamá de Marita Verón, también se solidarizó con la familia, pero aún no avanzaron en la asistencia legal. Quien sí ofreció un abogado para patrocinarla fue el Movimiento Territorial de Liberación (MTL), que se enteró del caso mediante los afiches con la foto de Milagros que la mamá había pegado por la zona cuando no la encontraba. Desde el distrito, la acompaña el movimiento Mariposas de Villa París, un colectivo de mujeres que trabaja por la equidad de los géneros en Glew. Lo mismo hizo el Frente Popular Darío Santillán.
El Ejecutivo municipal se comprometió a darle ayuda con su equipo de legistas y hasta le prometió que las ayudarías a mudarse de barrio para que cesaran las amenazas que todavía reciben, pero nada de eso se concretó al momento.

Campaña
El próximo domingo 26, las ONGs que se acercaron a la familia y González organizarán una volanteada para difundir el caso y concientizar sobre la importancia de erradicar la trata de personas. Para ellos, es relevante hacer hincapié en la organización del delito, que actúa en el Conurbano -por ejemplo- con impunidad.
“No hay que callar, tenemos que hablar. Hay muchas otras chicas desaparecidas”, convocó Meira.

Publicado en Marcha http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/96-ddhh/3638-un-flagelo-que-no-termina

“Las mujeres que abortamos no somos criminales”


Por Noelia Leiva

Una entrevista a Carolina Reynoso, la directora de una película que entiende que interrumpir un embarazo cuando se lo decide es defender la “autonomía sobre el propio cuerpo”, un derecho “censurado” por el patriarcado. Reúne historias contadas por sus protagonistas, “sin ocultarse”.




Hace unos diez años, Carolina Reynoso vivió lo que más tarde entendió como “la primera decisión autodeterminada” sobre su cuerpo: decidió interrumpir un embarazo. Aunque los temores eran muchos y la información casi nula, dio el paso que cambiaría el rumbo de su vida. Con los años pudo “resignificar” esa acción en una basada en el ejercicio de sus derechos, negados por el patriarcado, y sintió que debía avanzar un poco más.
La película “Yo aborto. Tú abortas. Todxs callamos” es el resultado de ese camino en el que no sólo pudo darle valor a la libertad de elegir sino que logró que otras mujeres hablaran de experiencias similares “sin tener que taparse la cara”.
Los cien minutos de largometraje comenzaron a prepararse en 2009 con el aval del Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (Incaa). Filmaron en Tigre, Alta Gracia, Buenos Aires, Sierra de la Ventana, Punta Alta y Neuquén, donde encontraron quienes estuvieran dispuestas a correrse del “mito” de la sumisión y la culpa para contar que alguna vez decidieron no parir. Su preestreno en el festival Mujeres en Foco, el 7 de mayo último, fue el comienzo de lo que la directora consideró la “segunda parte” del trabajo, que es “encontrarse con la gente”, como definió. Su objetivo es llegar a todo el público -no sólo al “militante”, según afirmó- para reflexionar sobre la importancia de que cada quien tenga la libertad de decidir sobre su vida.
En el documental, cuentan su vivencia Ruth Guzmán Dávalos, Gladys Panizzi, Silvia “Ketty” Scheider, Relmu Ñanku, Cecilia “Checha” Merchan, Verónica López y la misma Carolina Reynoso.
-¿Cómo pensó que podría hablarse de aborto en una película?
-Yo no era militante por los derechos de las mujeres, no era feminista. Hasta que me involucré con la problemática del aborto porque me realicé uno. Decidí, a partir de interrumpir un embarazo y de vivirlo con cierto dramatismo, investigar la problemática. Estudiaba cine y tenía que hacer un trabajo práctico documental, entonces elegí este tema. Empezó a configurarse la idea de que las mujeres que abortamos pudiéramos hablar sin ocultar nuestros nombres. De ahí surgió que yo también tenía que estar delante de cámara, porque si tenía que pedirles a otras que lo hicieran no me parecía ético quedarme resguardada.
-¿Por qué cree que quienes hablan de este tema suelen ocultar su identidad?
-Porque hay una mirada muy culpabilizadora sobre las que decidimos abortar, que juzga el hecho de que una mujer no quiera seguir el mandato de ser madre. Se preguntan: “¿Qué cosa más importante puede querer hacer en su vida?”. A lo largo de la película se aborda ese cuestionamiento a las mujeres que no quieren tener hijos. Ahí radica la dificultad de la despenalización del aborto, que tiene que ver con la autonomía de los cuerpos, con romper con los mandatos de la sumisión y de ser más valoradas como madres que como mujeres.
-¿Cuál es la postura del trabajo sobre el rol masculino en esta lucha?
-Cuando entrevistamos a los Varones Antipatriarcales, explicaron que se sienten involucrados porque detrás de todo un embarazo no deseado hay un hombre que es responsable de ese espermatozoide. Consideran que incluso los que no tienen prácticas sexuales con mujeres se tienen que comprometer, porque tanto elegir con quién relacionarse como si se es mamá o no tienen que ver con la autonomía de los cuerpos.
-La posibilidad de ser autónoma es más lejana para las mujeres pobres cuando no pueden pagar por abortar en centros privados ¿Debaten sobre este punto?
-El documental no se centra en ese tema ni en las muertes (NR: el aborto es la principal causa de fallecimiento materno en Argentina) porque queremos abrir el debate en relación a las decisiones que nos son negadas a las mujeres. Pero es cierto que las que tenemos cierto nivel económico podemos ir a una clínica, aunque igual es clandestino y riesgoso.
“Dejar de sentirse criminales”
-¿Cómo dieron con las protagonistas del largometraje?
-El movimiento de mujeres ya trabajaba el tema, lo que nos facilitó los espacios donde poder llegar a estas mujeres. También, para la postal de la película hicimos una convocatoria para las que querían participar sólo en la foto y una de las participantes dijo que, si lo necesitábamos, ella podía contar su experiencia. Algunos casos nos costaron más que otros, donde había necesidad de hablarlo, de dejar de sentirse criminales. Por ejemplo, yo pude resignificar mi aborto a través de la película como una de las primeras decisiones autónomas que tomé respecto de mi cuerpo. En su momento no la pasé muy bien porque no tenía información y sí mucho miedo. Fue un cambio radical en mi vida.
-¿Por qué?
-Porque con el tiempo me empecé a dar cuenta de que éramos un montón las que abortamos. Pensaba que era un grupo reducido y oscuro, y después te das cuenta de que la problemática nos cruza a todos porque lo vivimos o porque acompañamos una mujer querida que se practicó uno. Incluso personas que estaban en contra de legalizarlo tenían su experiencia porque contaban que habían abortado cuando eran muy chicas o que una novia lo había hecho. Eso nos permite pararnos desde otro lugar.
-¿Qué importancia tiene la información en esa “resignificación?
-Es fundamental. Yo la pasé muy mal porque los médicos no me querían contar qué podía sucederme. Tenía miedo de morirme o de quedar estéril. Después también apareció la culpa por la mirada del otro. Preguntaba a algún profesional y me decía que me fuera porque íbamos presos los dos. O me daba información sobre un parto que yo no quería tener. Ahora el aborto con pastillas ayudó que no haya tanto temor, pero tener información es nuestro derecho: más allá de que sea ilegal y que el médico no lo practique, es su obligación contar qué implica. La relación con el paciente es confidencial, no puede mandar a nadie a la cárcel.
-¿Podría decirse que el objetivo del trabajo es ayudar a que otras mujeres tengan menos dudas sobre qué es finalizar un embarazo?
-Buscamos derribar mitos sobre cómo nos relacionamos las mujeres con el aborto y entre nosotras, que nos hermanemos y nos vinculemos de maneras distintas a la que nos enseñó el patriarcado. Siempre nos dicen que somos envidiosas o competitivas, y eso es un mito a romper. Cuando me pongo a pensar en las situaciones más difíciles, siempre estuve acompañada por mujeres. Tiene que ver con poder generar otras miradas entre las mujeres, valorar los conocimientos que compartimos y poder organizarnos. Si bien es cine militante, queremos llegar también a las personas que gustan ver de buenas películas, para ampliar el ámbito de difusión de la lucha por la legalización del aborto. Por eso también le dimos importancia a la forma que porta al contenido, trabajamos ficciones para presentar cada “mito” a derribar y atendimos a la buena fotografía.

Construcción colectiva
Así como dar con las protagonistas fue un trabajo que se logró de boca en boca, aspiran a que su difusión se replique de barrio en barrio. Preparan para dentro de “algunos meses” el estreno “oficial”, que será en un espacio Incaa, y después quieren mostrar la película en centros comunitarios del país que los convoquen a través del perfil de Facebook “Yo aborto. Tú abortas. Todxs callamos”.
“Estas películas de cine militante se completan en el encuentro con la gente, sino se tiene la sensación de que no está terminada”, recalcó Reynoso.

Publicado en Marcha http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/92-generos/3587-las-mujeres-que-abortamos-no-somos-criminales

Derecho a la salud “con los pies en el barro”


Por Noelia Leiva

Médicos argentinos recibidos en Cuba conforman Propuesta Tatú. Atienden gratuitamente a vecinos y vecinas de barrios vulnerados. En Almirante Brown impulsan que las familias construyan la salita que funcionará en su vecindario.

No hay filas ni turnos que se tramiten desde muy temprano para dentro de dos meses. En la salita que montó Propuesta Tatú en el barrio 14 de Febrero de Longchamps, Almirante Brown, los médicos no usan guardapolvo, para erradicar las diferencias entre quienes llevan la dolencia y los que tienen la potestad de curar. Tampoco hay más que una camilla y una casa precaria para responder a las consultas, aunque nuevos consultorios están en construcción. Hay algo que abunda: la vocación de atender más “humanamente” que en los hospitales donde se nota que sobran pacientes y faltan profesionales.
En la toma, creada en 2009 por familias que supieron convertir en barrio lo que era tierra ociosa, viven unas 7 mil personas. Sus casas ya comienzan a ser de material, pero sus calles aún son de tierra y no existen en el catastro municipal. Saben que hay organizaciones sociales que se acercan para ayudar; algunas se quedan desinteresadamente y otras no. “Ya tenemos su confianza, que es lo más difícil, porque están acostumbrados a que les prometan” mejoras y no cumplirlas, señaló Gino Straforini, coordinador de la iniciativa que se encarga de brindar atención médica gratuita en vecindarios en situación de vulnerabilidad.
En el Conurbano ya trabajaron en El Zaizar, de Esteban Echeverría, y en el 17 de Noviembre, de Lomas de Zamora. Hace casi dos años que se instalaron en Longchamps, donde cada sábado un grupo de argentinos egresados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de Cuba da respuestas en pediatría, clínica médica, cardiología, ginecología y odontología, entre otras especialidades. Las diferencias con los hospitales convencionales se asocian con la mirada transversal del movimiento, que es aportar los conocimientos que algunas personas cosecharon en la universidad para la satisfacción de un derecho básico como es la atención en la salud, sin que ello implique “marcar una diferencia entre ‘el dios de la vida y la muerte’ y ‘el que nada entiende’”, graficó el referente.
Para desandar esa distancia marcada por el poder, los médicos no usan guardapolvo y llaman por su nombre a quienes van a atenderse, que saben que los sábados por la mañana –a menos que llueva y la zona se inunde- se acercan a la casita cedida por el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), se anotan y esperan a ser recibidos. Como les dicen cuántas personas pasarán antes al consultorio, a veces vuelven a sus casas a realizar alguna tarea o se van a comprar, y regresan a horario. “Acá la entrega es más humana. En los hospitales no te da tanto el tiempo (para recibir con dedicación cada consulta) y también hay más demanda”, explicó Richard Villalba, un hombre echeverriano que se formó en la ELAM y trabaja en proyectos de Tatú desde hace casi 4 años, por “un interés solidario”.
En ese ámbito “no hay intercambio mercantil”, aclaró Straforini. Las consultas, los estudios y los medicamentos son gratuitos. La adecuación a las personas en situación de exclusión se da desde la formación porque en La Habana “enseñan a ser médicos para pobres” y cada vez que llegan a un vecindario los voluntarios “‘suben’ a la altura de la gente, no hay que creer que se ‘baja’”, planteó el hombre, nacido en Chile.
Es que además de crear un espacio de consulta, tienen una concepción política de la organización territorial porque “Propuesta Tatú no quiere gobernar el barrio sino ayudar a que decida por sí, que se formen dirigentes y que se dé un proceso de profundización democrática”, explicó. Por eso, por ejemplo, son los mismos vecinos y vecinas los que trabajan en la edificación de una nueva unidad sanitaria, implantada en el mismo lote del FOL, con material que el movimiento consiguió a través de donaciones. Se trata de que “se apropien” de los lugares de participación.
La misma lógica se replica en los cursos de Promotores de Salud, donde además de las materias específicas de la sanidad leen material sobre historia latinoamericana, derechos humanos y género. También muchas personas concurren al programa de alfabetización “Yo, sí puedo”, de origen cubano, en el que se acercan a las letras a partir de asociarlas con números, que son los que deben manejar en el día a día para comprar o vender. En su mayoría mujeres y algunas que tienen como lengua madre el quechua, ya un primer grupo llegó a escribir una carta, que es uno de los objetivo del taller, porque demuestra que se cuenta con las herramientas básicas de la lectoescritura. Aunque el curso no lo incluye, en ese camino también les enseñan las principales operaciones de la aritmética, para que sumen medios para su autovalimiento.
La intención de Tatú es, según definen, dejar la obra en marcha, la vocación de lucha y la convicción de que no deben depender de afuera para que sus derechos sean defendidos. “¿Por qué cualquiera de estas personas no puede ser mañana concejal o intendente? Lo hará en representación de la fuerza que elijan o de una fuerza (territorial) que creo que hoy no está y hay que formar, hay que ocupar espacios. Por eso es tan importante que, incluso desde la medicina, se aprenda a trabajar con los pies puestos en el barro”, concluyó Straforini.

Publicado en Marcha http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/141-salud/2844-derecho-a-la-salud-con-los-pies-en-el-barro

El fantasma del Cóndor en los desaparecidos en democracia (Segunda parte)


Por Noelia Leiva

Segunda parte de la entrevista a Martín Almada, paraguayo descubridor de los archivos secretos del Plan Cóndor, denunció que los ejércitos de la región todavía están formados para “reprimir”. La “impunidad” de las fuerzas es la red para que las torturas y desapariciones todavía ocurran.


Si las décadas cambian pero las “doctrinas” no, los muertos y desaparecidos serán los mismos. Para el abogado y educador paraguayo Martín Almada, el Plan Cóndor que sostuvo el terrorismo de Estado en la década de 1970 todavía resiste, ahora bajo el nombre de la Conferencia de Ejércitos Americanos, que reúne a veinte países, entre los que está Argentina. “Por la impunidad reinante todavía se justifica que se repitan casos como el de Jorge Julio López”, entendió el descubridor de los archivos secretos de ese operativo neoliberal regional.
Hace dos décadas que halló, a metros de la comisaría de Lambaré en su país, los documentos que ocultaban los militares con legajos de operaciones y personas secuestradas por las fuerzas armadas del sur del continente, bajo las órdenes de Estados Unidos. Allí llegó a partir del aviso anónimo de una mujer, a la que asegura que jamás conoció. Desde ese diciembre de 1992, el mayor avance fue saber que cada Nación integrante de aquel operativo “tiene sus propios archivos”, cuya difusión podría ayudar a la verdad y la justicia. Para eso, “los civiles, los banqueros y la Iglesia Católica también deberían ser juzgados” por funcionar como cómplices de la desaparición forzada de personas durante las dictaduras. Y acaso todavía, en tiempos de urnas electorales.
En Argentina todavía hay desaparecidos en democracia, vinculados a crímenes de lesa humanidad, como Jorge Julio López. También otros asociados con las fuerzas de seguridad, como Luciano Arruga. ¿A qué vincula esta clase de casos?
-La pregunta me hace recordar el caso del profesor que fue asesinado (Carlos Fuentealba, muerto en 2007) por un sargento de la policía en Neuquén por orden del gobernador (Jorge Sobich). Las fuerzas represivas argentinas y latinoamericanas fueron formadas en la Escuela de las Américas simplemente para reprimir. Lo tragicómico del caso que menciono es que el sargento (Darío Poblete) fue condenado por la Justicia pero no el autor moral del delito, que fue el gobernador. Últimamente, tanto en Argentina, Chile, Paraguay y otros países del Cono sur, hay pretensiones norteamericanas de establecer pequeñas bases militares supuestamente para cooperar en caso de catástrofe. En Argentina hay militares y policías procesados y condenados ¿y los civiles? Fueron la otra pata de la dictadura ¿Y los banqueros? ¿Y la Iglesia Católica? Por la impunidad reinante todavía se justifica que se repitan casos como el de Jorge Julio López, héroe civil.
Entonces, ¿se pueden ver rastros del Plan Cóndor en la actualidad?
-Hay que seguir los pasos de la Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA), creada por Estados Unidos en la zona del Canal de Panamá en 1961 para salvar, supuestamente, la civilización occidental y cristiana de las garras del comunismo. La CEA reemplaza hoy a la Operación Cóndor, a la luz de los documentos secretos militares paraguayos encontrados en 1997.
¿Las democracias populistas de América Latina son agentes que impiden la propagación de ese plan?
-La burguesía, aliada del imperio norteamericano, limita la democracia a lo electoral. El Cóndor volará mientras los países envíen a sus fuerzas armadas a la ‘Escuela de Asesinos’ que funciona en el Fuerte Benning, en Georgia, Estados Unidos. No obstante, los países que ya no envían a sus militares son Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua.
¿Y qué rol cree que cumplen los medios de comunicación en ese marco?
-Los medios masivos de comunicación en América Latina están en manos de empresas privadas ligadas a la gran burguesía y al imperio que quiere sostener la política del miedo paralizante para contener la reacción de los que están contra el sistema.
En esa lucha por generar algo nuevo, ¿hay avances en materia de derechos humanos, según lo que observó en estos 20 años desde que vio los archivos?
-Argentina es el país que lidera la defensa de los derechos humanos del pasado y Brasil es el país mas atrasado en la materia. Sin embargo, recientemente el gobierno instaló la Comisión de la Verdad, pero no la de la Justicia para juzgar los hechos ocurridos hace 50 años. El avance más importante es el descubrimiento de los archivos en Paraguay, la prueba que todos los países de América Latina tienen sus propios archivos secretos según el organigrama que encontramos en el acta de nacimiento del Cóndor. Habría que pensar seriamente en la creación y el funcionamiento de una Comisión de la Verdad, la Justicia y la Reparación para las violaciones a los derechos humanos en democracia. Argentina se lo merece.
¿Cree que en la región falta entender cuál es el sentido de defender el reconocimiento igualitario de los derechos humanos?
-Sí. Por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se celebra cada año es pura poesía. Se tiene que convertir en leyes positivas. Es decir, que sea obligatoria.

Publicado en  Marcha http://www.marcha.org.ar/1/index.php/elmundo/113-paraguay/2939-el-fantasma-del-condor-en-los-desaparecidos-en-democracia-2

“Una asociación militar ilícita creada para delinquir” (Primera parte)


Por Noelia Leiva

Lo definió Martín Almada, el abogado paraguayo que descubrió hace veinte años los archivos secretos del Plan Cóndor. Fueron “tres toneladas de material” con pruebas de que los militares de seis países de América Latina se articularon para imponer el neoliberalismo desde el Terror.


La primera vez que el educador y abogado paraguayo Martín Almada fue señalado por el responsable del terrorismo de Estado en su país, Alfredo Stroessner, fue en Argentina, en 1972. Había venido a presentar su tesis doctoral en Pedagogía, que denunciaba que la educación en su Nación estaba al servicio las estructuras de clase, de opresores por sobre los oprimidos. Desde entonces, un ciclo de tortura y muertes de seres queridos le dio muestras de sobra de que el aparato militar estaba instalado para destrozar todo germen de cambio, bajo las órdenes de Estados Unidos.
Pero tuvo una oportunidad de confirmarlo: cuando encontró, a fines de 1992, archivos secretos del Plan Cóndor que sobrevolaba sobre América Latina para desarticular la organización popular. A veinte años del hallazgo, repasó para Marcha los aportes de ese material “del horror”.
-¿Cómo define usted el Plan Cóndor?
-Es un pacto criminal firmado entre los gobiernos militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay durante la década de 1970, para recurrir al genocidio y para establecer un proyecto económico neoliberal salvaje, según las ordenes de Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano (hasta 1977).
Sus ejecutores fueron los militares formados en la Escuela de las Américas, Zona del Canal de Panamá, para llevar a cabo la Doctrina de la Seguridad Nacional. Es decir, un ataque sistemático desde el Estado con los impuestos que pagaba el pueblo y contra la población civil: obreros, jornaleros, sindicalistas, estudiantes, profesores, periodistas, religiosos, artistas, abogados, médicos, intelectuales. El objetivo fue aniquilar a quienes encarnaban un modo de construcción de identidad social más equitativo, y eliminar -material y simbólicamente- la posibilidad de pensar de esa manera.
-¿Cuándo y cómo comprendió la magnitud internacional de ese programa?

-Cuando encontramos (detrás de la comisaría de Lambaré, Paraguay) tres toneladas de piezas documentales que comprometían a los gobiernos del Cono Sur. Sobre todo, comprendí el por qué de la brutalidad de la tortura a la que me sometieron los militares extranjeros en Asunción. El archivo del terror era el espejo de la Guerra Fría (N de R: porque Estados Unidos quería impedir que el modelo comunista se propagara en el territorio).

-¿Qué fue lo que pensó ni bien supo de la existencia de esos archivos?

-Fundamentalmente, la investigación que realicé fue en torno a algunas preguntas. Primero, cómo murió mi esposa, porque a mi me dijeron que se había suicidado (pero fue detenida y asesinada por la dictadura de Stroessner). Después, por qué militares extranjeros me torturaron en mi país. Por último, quería encontrar los cassettes que registraban mi tortura y que luego hacían escuchar a mi esposa, como método de tortura psicológica mientras estaba detenida en la propia sede de la Escuela “Juan Bautista Alberdi” (de la que era director) de San Lorenzo, a12 kilómetros de Asunción.

-¿Hubo agentes económicos detrás del terrorismo de Estado?
-Sí, Kissinger tenía el plan de imponer en toda América Latina a “manus militaris” la política económica neoliberal, es decir, la arbitrariedad, el abuso de poder, la corrupción y la impunidad, bajo la armónica articulación con la injusticia social. La política económica neoliberal preconiza el crecimiento en base a una apertura del mercado a la economía internacional, es decir una globalización del mercado. Los individuos fueron privatizados en cuanto se les hizo perder la noción de lo público.
-¿Puede decirse que el material hallado ayudó al esclarecimiento al ser citado en procesos legales que juzgaron a genocidas?
-Sí. El Archivo de Paraguay permitió entender a la Justicia de los seis países el mecanismo de funcionamiento de esa asociación militar ilícita creada para delinquir. Se formalizó ese pacto criminal a fines de noviembre de 1975 en Santiago de Chile. En representación del gobierno argentino firmó el acta fundacional el capitán de navío Jorge Demetrio Casas, entonces Director de Operaciones del Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE).-¿Había en ese material información puntual sobre Argentina?
-El archivo permitió constatar que había una fluida comunicación entre los aparatos represores a través de los telex y también de visitas personales, como la de (Jorge) Rafael Videla que participó oficialmente de un acto patriótico y a su regreso se llevó a los presos italo-argentinos e italo-uruguayos. Vinieron además (Emilio) Massera y todos los que fueron jefes de Inteligencia de las fuerzas. Torturadores paraguayos recibían cursos de entrenamientos organizado por el SIDE. Hay algunos casos concretos de argentinos que conocí, como el de Oscar Luis Rojas, que fue mi compañero en el Campo de Concentración de “Emboscada” a45 kilómetrosde Asunción entre 1976 y 1977. Recuperé mi libertad en septiembre de 1977 y no tuve más noticias de él. Los milicos lo trataban como “El Monto”. Según el Archivo del Terror “se fue a la Argentina”.

-A partir de su lucha fue nombrado Consultor de Unesco para América Latina ¿volvió a tener contacto con militantes argentinos?

-Me desempeñé en ese rol hasta 1992. Así, por ejemplo, conocí a un albañil paraguayo que realizaba el trabajo de mantenimiento del local de la Embajada Argentina y me comentó haber recibido orden del embajador, si mal no recuerdo llamado Juan Archibaldo Lanus, de tirar todos los papeles que se encontraban amontonados en el sótano de la representación diplomática .Me recordó haber visto biblioratos titulados como por caso ”Hilda Cuevas de Nieves” de 200 páginas; “Persecución a los Montoneros”, de 200; “La subversión en Argentina entre 1974 y 1980”. Le pedí en 1993 que me entregue esos documentos pero el “valiente” paraguayo no se animó. Más tarde, en el país, también acompañé a Gustavo Santander Dans, juez penal que llevaba entonces la causa Cóndor en Paraguay, para tomar contacto con sus pares argentinos y llevar piezas documentales del Archivo del Terror para los jueces (Jorge) Urso y (Rodolfo) Carnicoba Corral. Además, ambos fuimos recibidos por el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, a quien formulé el pedido de investigación sobre los documentos citados. En nuestra presencia ordenó a la persona que le acompañaba que se ocupe del asunto, pero nunca tuve respuesta.


Publicada en Marcha http://www.marcha.org.ar/1/index.php/elmundo/113-paraguay/2933-una-asociacion-militar-ilicita-creada-para-delinquir

El 77% de las mujeres agredidas es víctima de su pareja

Por Noelia Leiva
Lo reveló un informe del Ministerio de Salud bonaerense. La estadística corresponde a los casos registrados en hospitales públicos entre 2011 y 2012. La mayoría son jóvenes y sufrieron violencia física. Pero hay otros casos que no llegan a ser registrados: la importancia de dar un acompañamiento interdisciplinario.
Si hay un fenómeno social que es difícil traducir en números es el de la violencia de género. Las personas que la atraviesan no siempre piden ayuda y, si consiguen hacerlo, pueden evitar radican sus denuncias ante organismos formales. Sin embargo, los casos que sí se conocen alcanzan para dimensionar el avance del machismo sobre la vida cotidiana: en los hospitales bonaerenses, casi 900 pacientes se atendieron entre 2011 y 2012 por esa causa, y la mayoría fueron mujeres. En el 77 por ciento de los casos el agresor fue un varón con el que la víctima mantenía una relación sentimental.
Así lo reveló un informe del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires que se desprendió de su Programa de Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género, en el que se demostró que las mujeres de entre 15 y 39 años son las más afectadas por los comportamientos machistas, de los que los golpes, las quemaduras y el abuso sexual son los más visibles. Padres, tíos y abuelos son agresores, pero los novios, concubinos, esposos o ex parejas se apuntan como los principales agentes de la violencia, en el 77 por ciento de las consultas.
Entre 2011 y 2012 se atendieron 895 casos denunciados como daños movidos por motivos de género, según la estadística que repasó los registros de hospitales y centros de salud bonaerense. De ellos, poco más de 8 de cada 10 pacientes eran mujeres, sometidas por hombres de su entorno familiar. “Las jóvenes son las más afectadas. Con este porcentaje, observamos la incidencia de los noviazgos violentos y la mayor vulnerabilidad durante su edad fértil, ya que muchas sufren la violencia en el embarazo o cuando sus hijas o hijos son pequeños”, explicó Lidia Tundidor, coordinadora del programa del que se desprendieron las estadísticas.
Los números ayudan a entender el peligro de que un hombre crea que una muchacha es de su propiedad y que puede poseerla, marcarla, maltratarla o descartarla a su antojo. Sin embargo, hay casos que requieren de ayuda pero son difíciles de detectar: “Nos sucedió en la guardia que venían pacientes con quemaduras de cigarrillo (provocadas intencionalmente) y aseguraban que les había saltado aceite, por ejemplo. Muchas veces se atienden como accidentes domésticos, pero son producto de la violencia de género”, le explicó a LA TERCERA Angélica Barragán, jefa de Enfermería del hospital lomense Luisa Cravenna de Gandulfo.
Así como en la cotidianeidad de un vínculo agresivo es difícil resolver pedir ayuda, también la vorágine de cuadros que los profesionales reciben en las salas de emergencia “sobrepasa” a los profesionales, que -aseguran- no siempre pueden acompañar a la persona en el proceso de contar qué le sucedió y orientarla a pedir ayuda. Pero cuando esa situación se explica, también puede suceder que “van los familiares y desiste de hacer la denuncia”, por temor a que los golpes proliferen o por la promesa de que no volverán a ocurrir.
De estos casos, algunos espacios intentan tener un “sub registro”, ya que no los pueden validar como situaciones generadas por el machismo si no es “la misma paciente la que denuncia”. Por eso, apuestan a prevenir, generar grupos de mujeres que intercambian sus experiencias o articular con servicios de profesionales que pueden acompañarlas hasta hacerse lo suficientemente fuertes para tomar la decisión de alejarse del agresor, que muchas veces es el padre de sus hijos o el único sostén económico de la casa.
“Creemos que hay que trabajar de la manera más descentralizada posible. Nos parece que el hospital es un actor fundamental porque está muy ligado a la comunidad y es donde primero aparece la situación de violencia”, le había señalado a este medio Maite Sandá, directora de Derechos de las Mujeres y Equidad de Género local, cuando comenzaron a intervenir en el Gandulfo para ayudar cada vez que aparecían posibles situaciones de conflictos familiares.
“Creo que hay un avance porque esta clase de comportamientos están más expuestos y cada vez se crean más lugares donde se puede hablar sobre ellos. Antes costaba más que saliera de lo privado, mirábamos para otro lado. Si bien hay falencias en la Justicia o en los mecanismos para protegerlas, se puede intentar buscar un cambio”, entendió, a su turno, la psicopedagoga Cristina Estruch, que se desempeña en el hospital de Adrogué Lucio Meléndez.

Números que cuentan
De los casos denunciados y reunidos en el informe del ministerio bonaerense, 51adolescentes de 15 a 19 años fueron atendidas el año pasado en hospitales por haber sido violentadas por sus novios, en el 39 por ciento de los casos, o por familiares, en el 37. Cuando una chica llega a atenderse y a pedir ayuda, es clave la presencia de profesionales y de un entorno afectivo que la ayude a correrse de esa relación, porque difícilmente con los años se despoje del velo del sufrimiento.
Casi 45 de cada 100 mujeres que pidieron atención médica debieron ser llevadas directamente a la guardia, “es decir, presentaban un alto compromiso de su estado de salud”, señaló Tundidor a través del informe. El análisis también reveló que casi el 73 por ciento de las situaciones denunciadas incluyeron daños físicos, aunque
“toda violencia empieza en el plano psicológico y emocional” por lo que, “cuando se llega al hospital probablemente lleve unos 5 años de estar sometida”, señaló la funcionaria.
Cuando las que consultaban tenían entre 20 y 39 años, las tendencias fueron similares pero resultó más marcada la cantidad de víctimas de sus propias parejas o ex parejas: el 77 por ciento. Además, de cada centenar de consultas, en unas 80 se mezclaban los golpes con el vejamen psicológico, sexual, verbal y económico.
La expresión máxima del alcance del patriarcado son los femicidios, es decir, los asesinatos de mujeres por su condición de género. Según el “Observatorio Adriana Marisel Zambrano” de la Asociación La Casa del Encuentro, en el primer semestre de 2012 se produjeron 119 muertes de adultas y niñas como consecuencia de la violencia machista. Nuevamente, sólo se trata de los nombres que trascendieron en los medios de comunicación, principal base de datos de la ONG.

¿El “machismo” tiene la culpa?
Al margen de la situación penal de cada caso, en la que el agresor debe dar cuenta ante la Justicia de su responsabilidad y cesar en sus agresiones, hay un factor que subyace a cada varón en su individualidad: el patriarcado. Cada vez más nombrado en las declaraciones de mujeres que bregan por la equidad de género, se trata de un sistema cultural sostenido por las redes más profundas de la sociedad: la religión, las normas, la política, la economía, las pautas sociales.
Así como todavía genera odios que “una mujer” sea presidenta o como quien conduce la Iglesia Católica debe ser “un Papa” y no una religiosa, el poder de los hombres sostenido y defendido antaño en las guerras es una constante en las comunidades contemporáneas. En ese marco crecen los niños, a los que muchas veces se les inculca que deben saber “pegarle” a los demás para defenderse, que ser “macho” es no demostrar lo que se siente sino ir y tomarlo.
Ese trazado que se cuela en la escuela y en los medios de comunicación es la base machista de la violencia, porque naturaliza que los hombres, por el simple hecho de serlo, pueden decidir por el futuro de lo que los rodean sin más permisos que su voluntad, así se trate de otras personas. Porque, justamente, “sus” mujeres son de “su” propiedad.
El desafío radica en observar críticamente ese hilado de convenciones y animarse a aprender otra forma de relacionarse con los demás. Es decir, defender la libertad y la equidad, sin que el género al que se pertenece sea un condicionante.

Centros de Consulta

*Dirección de Derechos de las Mujeres y Equidad de Género lomense: Entre Ríos 1060, de lunes a viernes de 9 a 16, en la cabecera distrital. Se puede llamar a los teléfonos 4283-3139/3130/2701/2096/1805 y visitar el sitio w.desarrollosociallz.wordpress.com.
*Hospital Gandulfo, Lomas: Balcarce 351.
*Hospital Meléndez, Adrogué: Gorriti 859. Se puede llamar al 4294-1313o 4294-7196.


Publicado en La Tercera del 4 de Marzo de 2013 http://www.diariolatercera.com.ar/0/vnc/nota.vnc?id=1056