12 de noviembre de 2012

LGBTIQ: marchar con orgullo



 Fotos: Guillermo D'Ambrosio

Por Noelia Leiva

La Marcha del Orgullo LGBTIQ cumplió sus 21 años con logros legislativos. Señaló la educación sexual, la despenalización del aborto y el trabajo inclusivo como deudas. Y la erradicación de la violencia como una responsabilidad social.

“Bombón” sugería un cartel abandonado por algún carrito ni bien se ponía un pie en la porteña Plaza de Mayo al salir del subte. Bombona, bombxn: la insignia perdida por un heladero ambulante de los que nunca faltan se podía resignificar y escuchar en medio de la multitud que participó en la 21° Marcha del Orgullo LGBTIQ, plena de colores y besos con sabor a lucha, porque consignó a la educación sexual, el aborto legal y el trabajo inclusivo como deudas para con la igualdad. “Nuestros derechos no son de ningún gobierno”, criticaron, de rojo y a la izquierda, las organizaciones territoriales que denunciaron la “manipulación política” del oficialismo para que la lista de pendientes no se modifique.
Había razones para celebrar. Ya desde las 15, la tradicional plaza fue rodeada por puestos que ofrecían desde jabones artesanales hasta revistas independientes. La Ley de Identidad de Género, sancionada en mayo, y la de matrimonio igualitario, de 2010, hicieron al clima de fiesta en tanto logros del movimiento que, en sus orígenes -con la fundación del grupo Nuevo Mundo en 1969- era sólo gay y ahora llama a respetar los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros, intersexuales y queers (LGBTIQ).
La multitud colorida fue la misma que todos los días se enfrenta a los paradigmas machistas de la heterosexualidad obligatoria. Pero cada segundo sábado de noviembre es para muchos la oportunidad de “salir del closet” o de reafirmar el dominio sobre el propio cuerpo. “Estoy ganando un mango sin fastidiar a nadie pero muchos héteros, incluso hoy, vienen a molestar porque quieren que vivamos debajo de la vereda”, graficó Alessandra Babino mientras despachaba bebidas frías en una tarde también fresca. Ella además es una de las protagonistas de la versión que la Cooperativa de Ar/TV Trans hace de La Casa de Bernarda Alba en centros culturales porteños.
Un Sarmiento con pelo rubio y labios carnosos fue el símbolo del bachillerato popular Mocha Celis, que está orientado a personas trans y tuvo su stand en la Feria del Orgullo para cuestionar la dicotomía patriarcal biologicista hombre/mujer. “Compartir experiencias es un ‘volver a empezar’, retomar un derecho que estaba vedado para nosotras”, describió Virginia Silveyra, una de las estudiantes. La apuesta a que “la calle no sea la única opción” del colectivo 'T' fue una constante de las historias, aunque también algunas exponentes replicaban en sus cuerpos la objetivación hegemónica, acaso para metabolizar la violencia y hacerse fuertes. El riesgo es naturalizarla.
Las trans con atuendos brillantes, las parejas ‘sado’, las mujeres maravilla, los novios o casados, los chicos en minishort, las que prefirieron el jean, los 'darks', los 'osos', las que se quitaron la tortura del corpiño. Todos y todas, libres, partieron en caravana a las 19 hasta el Congreso nacional. “Para nosotras la Marcha es importante porque nos visibiliza”, destacó Gabriela Bacin de Les Madres, un grupo de lesbianas mamás que luchan por el “reconocimiento legal, jurídico y social” de sus hijos.
En la cabecera de la movida fueron Alex Freyre y José María Di Bello -primeros casados bajo la ley igualitaria- y las legisladoras porteñas María José Lubertino y María Rachid, entre otros. Atrás el trailer de 100 % Diversidad y Derechos llevó pura electrónica. Calle 13 estuvo entre el repertorio de la disco ambulante de La Campora Diversia, que también tuvo a un Néstor Kirchner y un gorila gigantes. Y los Putos Peronistas, de La Matanza, llevaron cumbia para menear, mientras algunos sorprendidos miraban desde los bares tradicionales.
“Se nos privó de la posibilidad de decir ‘soy todo hombre, en cuerpo, alma y espíritu’”, cuestionó Gregorio Tobar desde la bandera de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), que reúne a cristianos, metodistas, anglicanos, pentecostales y evangelistas y se dice libre de prejuicios sobre los géneros. “Se tergiversó el sentido de los textos sagrados para implementar ideas donde la sexualidad es mala y tiene que ser sólo reservada a la procreación, sin goce”, cuestionó.
En esa diversidad que marcó territorio también estuvo la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) con su dirigente César Ciglliutti, la Colectiva Santa Concha, que pedía a su diosa no “caer en el pudor”, y las Lesbianas Afrodescendientes, que sumaron la consigna “No al racismo”. Sobre Rivadavia, un graffiti recordaba que hace diez días el movimiento de mujeres reclamó “aborto legal en el hospital”.

Derechos sin gobierno
 

En los últimos años, la Marcha adquirió un acento kirchnerista porque desde el Gobierno nacional manifestaron su aval a reclamos históricos del movimiento LGBTIQ. Pero esas conquistas no se replican en el campo palpable de las relaciones entre personas, o al menos así lo resaltaron un grupo de organizaciones territoriales y de izquierda que llamaron a una “contramarcha”, aunque luego mezclaron sus banderas en una única caravana hasta Congreso, donde ya pocas banderas rojas se quedaron frente al escenario en el que cantaron Lía Crucet, Kumbia Queers, Leo García y la ovacionada Celeste Carballo.
“Reclamamos la libre adopción de las parejas igualitarias. Los hombres y quienes no se casen no tienen la posibilidad de adoptar. Además, no se garantiza en los hospitales públicos las intervenciones quirúrgicas ni los tratamientos hormonales para las personas trans”, denunció Daiana Asquini, de Las Piqueteras. Junto a ellas estuvieron la Federación Juvenil Comunista y el Socialismo, entre otros. Coincidieron en criticar la pérdida de estado parlamentario del proyecto para despenalizar el aborto, así como la “estatización de la comisión organizadora”, formada por colectivos afines al oficialismo.
En el acto central llamaron a aplicar la Ley de Educación Integral, erradicar la trata y derogar los códigos contravencionales que ejercen la “violencia institucional” contra el colectivo, sobre todo hacia las trans en situación de prostitución. Abuchearon a dirigentes políticos y sociales que instalan la discriminación: al jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, por vetar la Ley de Aborto No Punible; al Consejo Superior de Educación Católica por ir contra la laicidad de las escuelas; al gobernador cordobés, Juan Manuel De la Sota, por no actuar contra la “represión transfóbica” ni apoyar el esclarecimiento del femicidio de la militante travesti Vanesa Ledesma; y al mandatario salteño Juan Manuel Urtubey y su par tucumano, José Alperovich, por “imponer la educación religiosa”. En cambio, homenajearon, entre otras personas, a Claudia Pía Baudracco, coordinadora nacional de la Asociación de Travestis Transexuales y Transgénero de la Argentina (Attta), que falleció en marzo último.
La emoción se compartía debajo del escenario. Acaso como siempre pero con menos miedo
porque estaban juntos. “Hace dos días que me separé. Ahora que estoy sola por ahí me
lastiman más, espero que no”, le dijo a esta cronista una muchacha que había nacido con
nombre de varón. Pero no. El desafío es que ni ella ni nadie se quede en soledad si se trata
de recuperar sus derechos.


Publicada en Marcha.org.ar: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/92-generos/2465-lgbtiq-marchar-con-orgullo

6 de noviembre de 2012

Para la soberanía alimentaria del pueblo Qom



Por Noelia Leiva

La Facultad de Agronomía de la UBA desarrolla un proyecto para que la comunidad originaria formoseña produzca sus propias semillas. Evitaría que dependan de productos industriales. Señalaron que buscan “acompañar” con su investigación y no imponer conocimientos.

Fomentar la autonomía agrícola de la comunidad Qom de Formosa a partir de sus propios conocimientos y necesidades, con la colaboración de un equipo técnico interdisciplinario. Ése es el objetivo del trabajo que lleva a cabo la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) en el marco de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria. El pueblo originario aplicará sus criterios para seleccionar en la cosecha las plantas de maíz criollos que crean más apropiadas para obtener semilla y continuar el ciclo, sin depender de comprar insumos industriales. La ingeniera agrónoma lomense Ana Broccoli es investigadora invitada en la iniciativa.
Desde que el ‘carayé’ Qom Félix Díaz se acercó a la casa de altos estudios porteña para consensuar un plan de trabajo que tomara las potencialidades del monte y los alrededores de La Primavera, un grupo de nueve profesionales se reunió para desarrollar un programa de mejoramiento del cultivo que ofrezca herramientas sin avasallar las raíces culturales de los autóctonos, que tradicionalmente obtenían el alimento por la caza y la recolección.
“Tener en el equipo una antropóloga nos permitió comprender a la comunidad. Intentamos que el desarrollo agrícola contenga la repoblación con parte del monte sobre el que históricamente basaron su alimentación”, le explicó a LA TERCERA Gustavo Scharauf, secretario de Desarrollo y Relaciones Institucionales de Agronomía y miembro del plantel. Con una perspectiva ‘agroecológica’, los primeros dos viajes a Formosa tuvieron una “recepción muy cálida” por parte de los lugareños. “Vimos avances que le permitieron a la comunidad llegar a cosechar su maíz, pero también encontramos falencias, como la carencia de herramientas o las dificultades para comercializar sus productos”, describió el también especialista en genética.
Un encuentro de bienvenida en el que Díaz y los ancianos de la comunidad avalaron la presencia de los docentes fue el primer paso para desempeñarse en La Primavera. Ese acercamiento fue importante porque los investigadores apuntan a “un dialogo de saberes, el campesino-indígena y el académico”, definió Ana Broccoli, profesora de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) que trabaja sobre ‘mejoramiento participativo’.
Ese procedimiento apunta a lograr “el empoderamiento al poder proveerse de la propia semilla y no necesitar una industrial o tecnológica, que en el caso del maíz es un híbrido, ni tener que agregar paquetes de insumos químicos”, le planteó la especialista local a este medio. Se sembró maíz criollo que había sido obtenido en esa región y que estaba almacenado en el Banco de Germoplasma de la Cátedra de Botánica de la Fauba, con lo que se aseguraron que las plantas tengan las características genéticas necesarias para adaptarse al medio en el que se encuentran.
“Los agricultores de la comunidad seleccionan en la cosecha el material de acuerdo a criterios que son de su propio interés, con el apoyo técnico que le damos”, ancló. A partir de ese material elegido se trabajará para obtener las futuras semillas. Por ejemplo, el maíz debe ser apto para secarse en el mismo campo y no en un ámbito artificial protegido, por lo que la mazorca ideal debía estar cubierta por sus hojas lo suficiente para evitar el ingreso de humedad e insectos. “Nuestra intención es lograr un acompañamiento en el que se dé lugar a las impresiones de la comunidad. No llevamos un proyecto inmodificable sino que está en permanente investigación a través de la acción participativa”, recalcó la especialista.
Además de Scharauf y Broccoli, el equipo de trabajo está compuesto por los ingenieros agrónomos Carlos Carballo, Ana María García, Libertad Mascarini y Susana Pariani, la antropóloga Lorena Cardin y las estudiantes formoseñas Andrea y María Belén Galeano, que serán importantes para darle continuidad a la iniciativa y favorecer la comunicación entre los actores.

Publicado en La Tercera del 5 de noviembre de 2012

Un amparo contra los agrotóxicos


Por Noelia Leiva


Vecinos y vecinas del distrito bonaerense de Presidente Perón impulsaron un recurso judicial para que no se fumigue con glifosato. Acusan a los productores de un campo de 90 hectáreas de emplear químicos peligrosos. Una ordenanza municipal lo prohíbe desde 2010.

“Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”. Así reza desde 1994 el artículo 41 de la Constitución Nacional. Pero el territorio que da cuerpo al país del que habla ese texto manifiesta que sucede lo contrario. Como en el norte la megaminería amenaza la vida, en el sur del Conurbano bonaerense las empresas y los propietarios de campos usan agrotóxicos para desmalezar y fumigar, aunque dañen a sus vecinos. Una asociación civil de Presidente Perón impulsó un recurso de amparo ambiental para que cese la contaminación con glifosato, que provocó, según investigan, enfermedades respiratorias y dérmicas y abortos espontáneos.
Hace al menos cuatro años que comenzaron las sospechas en la zona. Cuando las hectáreas de Guernica, cabecera del distrito, comenzaron a mostrarse sin rastros de vegetación molesta para el cultivo también empezaron a repetirse las erupciones en la piel y las afecciones al respirar. Luego de reuniones y denuncias de organizaciones sociales, la lucha se transformó en un recurso de amparo en el que la Clínica Jurídica Ambiental de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) patrocinó al Centro Agroecológico Ashpa, en representación del colectivo social que señala que en el campo ubicado entre 41 y 91 se usa glifosato y hasta 2.4D (Ácido 2.4 Dicloro fenoxiacético) para quitar las malezas.
A principios de octubre, los vecinos señalaron frente al Juzgado 3 de La Plata a Jorge Alberto Gavelini como quien ordenó las fumigaciones con tóxicos en el terreno de 90 hectáreas que está a su cargo y cuya titularidad está a nombre de Norma Moreno. El Ejecutivo municipal, encabezado por Aníbal Regueiro, y el bonaerense también fueron acusados porque “son autoridades competentes y deben ejercer el poder de policía ambiental respecto de las actividades desarrolladas por los sujetos privados que fueron demandados. Son considerados responsables y ‘legitimados pasivos’ por el incumplimiento de las funciones de protección a la salud humana”, le explicó a Marcha Andrés Makowiecki, uno de los abogados que presentó el recurso. Hasta el momento, el juez Juan Pablo Masi no se expidió.
En una audiencia en la que participaron las partes involucradas, “los demandados se opusieron a la producción de pruebas porque consideraron como ‘abstracto’ el reclamo judicial y entendieron que no se registraron violaciones normativas”, detalló el legista. Sin embargo, se notificó que a fin de mes el Ministerio de Salud provincial realizará un relevamiento de la zona, aunque no se le notificó a los vecinos “cuáles serán las medidas a adoptar” durante y a partir de ese trabajo, ni “cuál es el estado de la gestión” para evaluar la viabilidad del operativo.
“Si vienen al barrio va a ser bueno porque van a conocer lo que nosotros vemos siempre, van a salir de sus escritorios”, enfatizó la miembra de Ashpa Stella Maris Mangione. Sin embargo, surge una contradicción entre la minimización del amparo ambiental frente al juez por parte de los ‘acusados’ y el aviso de que se realizará una evaluación del caso. La asociación ya había confeccionado una encuesta a 135 familias de los barrios Las Lomas y Santa Teresita, de los más afectados de Guernica. “Con la información se confeccionó un mapeo epidemiológico que permitió observar que algunas afecciones se repetían cada vez que fumigaban, como alergias, eccemas, abortos espontáneos y problemas en las mucosas”, detalló.
Si el juez recibe y da valor a las pruebas de que se fumigó con químicos nocivos, deberá ordenar inmediatamente el cese del daño. Los vecinos aclararon que también sospechan del mal uso de esas sustancias en el establecimiento “Haras de Jorge Antonio”, ubicado sobre San Martín del Barrio Parque Americano, y el campo “de las Cuatro Bocas”, en Las Lomas. Observaron, además, que en las últimas semanas se redujeron los indicios negativos sobre el campo de Gavelini, acaso presionado por la presentación judicial. No obstante, “este tipo de daño perdura en el tiempo y en el espacio en forma considerable. Las consecuencias que se generan pueden ser tanto mediatas como inmediatas”, aclaró Makowiecki.

En la vía de la contaminación

En 2010, la ordenanza 708 puso la salud de las personas por encima de los herbicidas y otros químicos empleados las prácticas agrarias invasivas que perjudiquen la salud de las personas. Sin embargo, no sólo en los campos del distrito se continuó su aplicación sino también en las vías del ferrocarril. El último episodio que Ashpa denunció sucedió hace diez meses, a un año de que la norma entrara en vigencia. Sobre la calle 128 del barrio San Pablo identificaron a una cuadrilla de trabajadores de la Línea Roca con sus mochilas blancas de fumigación y bidones con la etiqueta de glifosato, tal como dejaron constancia ante el equipo de Inspección municipal que fue convocado.
La preocupación de las organizaciones sociales que participan de la campaña contra los agrotóxicos se acrecienta en tanto aumenta la variedad y agresividad de los preparados empleados. Según el relevamiento del Centro Agroecológico, además de glifosato hallaron en los campos de la zona -entre ellos, el involucrado en el amparo- rastros del 2.4 D, “clasificado por su toxicidad como de categoría II, ‘Producto moderadamente peligroso nocivo’, que fue fabricado en la Segunda Guerra Mundial como arma química porque es similar al ‘agente naranja’ 2.4.5 T, utilizado en la Guerra de Vietnam”, denunció la asociación a través de su informe.
También hallaron atrazina, empleado habitualmente para el control de malezas en las plantaciones de soja, al igual que el glifosato. La sustancia “está prohibida en la Unión Europea desde 2006” porque, capaz de atravesar el suelo hasta llegar a arroyos o canales de agua subterráneos, puede “afectar la producción y el funcionamiento normal de las hormonas sexuales”.
En ese contexto se prolonga la espera de una resolución. El respeto al derecho de tener una vida y un ambiente saludables también fue obligado a demorarse.


Publicado en Marcha.org.ar www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/94-ambiental/2391-un-amparo-contra-los-agrotoxicos

1 de noviembre de 2012

Del Conurbano yo soy

Por Noelia Leiva


Muchas historias se reúnen en el Gran Buenos Aires, que vive al límite de su oposición con la city porteña ¿Cuál es la identidad de esa porción de la provincia? Que, por más diversos que sean sus habitantes, logra pensarse como un conjunto. La mística de los barrios no se queda atrás y provoca, a veces, la suspicacia de quienes viven del otro lado de la General Paz.

Aprender a cruzar la calle, andar en bicicleta con amigos, encontrar algún amor: en el barrio suceden las experiencias de vida que ponen a las personas en contacto con otras ¿Cuánto de todo eso hace a la identidad de cada quien? Mucho. Y más cuando el conjunto de vecindarios conforma un conglomerado enorme y diverso pero con una historia en común. Así es el Conurbano, poseedor de una “identidad”: la diversidad que lo compone y la oposición histórica a lo porteño.
“Cabecita negra” o “descamisados” fueron términos con los que, en el bagaje social y político del país, los habitantes de la Capital Federal calificaron a quienes no pertenecían a ella. Y sobre todo a los bonaerenses, que estaba tan cerca - apenas al cruzar la General Paz- pero que consideraban tan distintos, acaso inferiores. Una oposición que puede rastrearse desde la guerra civil entre unitarios y federales, dos bandos y dos paradigmas de pensamiento.
De ese contexto deriva el Conurbano, que se define por oposición, porque no es parte de ‘la city’; y por inclusión, porque es lo que hacen de él un montón de barrios juntos de diferentes clases sociales pero que, en su mayoría, estuvieron atravesados alguna vez por la necesidad de su gente de movilizarse hacia Buenos Aires para trabajar o recrearse. En esa diversidad “el rasgo en común es diferenciarse de la centralidad que caracteriza a los porteños”, definió ante LA TERCERA Mónica Bennati desde la comisión directiva del Colegio de Sociólogos provincial.
Tener que viajar por al menos una hora en medios de transporte públicos cuyo buen funcionamiento siempre es una incógnita, madrugar y amontonarse en el vagón de un tren para luego repetir la escena en un subte y otra vez al regreso, en el orden inverso. Todo eso es parte del folklore de los bonaerenses que viajan hacia la ciudad del Obelisco para cumplir con sus obligaciones laborales o ir a estudiar. Si bien podrá reducirse porque “está en plena transformación debido al desarrollo de varias actividades más cercanas”, todavía es considerable el flujo de locales que cruza todos los días. El ‘conurbanense’ va y se la ‘banca’. Aunque no falta el que alimenta su mal humor con los apretujones.
Por eso, en el imaginario que rodea a la identidad regional se resalta la capacidad de resistir y de (re)buscar salidas en la adversidad. “La vida en el aquí conlleva un plus de dificultades derivado de la situación socioeconómica de la mayoría de los habitantes, así como de las deficiencias infraestructurales que marcan el devenir en los barrios. Este plus de dificultades hace que su habitante sea también más emprendedor, ingenioso, solidario y mucho menos egoísta e individualista”, evaluó Javier Garín, abogado e historiador lomense. Si bien “en todos lados viven personas trabajadoras que deben preocuparse cotidianamente por su futuro y el de su familia, sucede que las condiciones de transporte están lejos de ser óptimas para trasladarse. Sólo con eso se hace duro salir”, evaluó, en tanto, la socióloga.
Si hay que ‘ponerle el pecho’, ahí está el o la ciudadana de la provincia. Si hay que compartir con amigos, también. Estar en la calle, que los chicos jueguen o anden en bicicleta en la vereda o las familias se junten a comer eran parte de los hábitos comunes de la zona, pero “quizás se están perdiendo a causa de la delincuencia e inseguridad”, señaló Bennati. Puertas adentro, las ganas de reunirse -acaso cercanas a todos los vecindarios trabajadores de la zona urbana- se conservan.
Hay un área que se aleja de la caracterización más sufrida del habitante local: la del norte bonaerense. Por su contundente poder adquisitivo, para los ‘laburantes’ del sur y el oeste esas personas son casi tan cuestionables como las porteñas, o al menos no aprendieron tanto de la vida como aquellos que alguna vez tuvieron que trabajar de lo que se encuentre. En los tiempos que corren, los y las jóvenes de esos lugares copan las oficinas de telemarketing ubicadas en ‘Baires’, por ejemplo.

La oposición que inhibe

La General Paz divide. Desde la metrópolis, no faltan los calificativos despectivos que ayudan, por diferenciación, a la formación del ideario del Conurbano. Sin embargo, esa relación dicotómica puede ser contraproducente. Según Garín, la conciencia de pertenecer “se encuentra inhibida a causa de la discriminación que existe” sobre quienes viven en la otra vera del Riachuelo.
“Para la mentalidad discriminadora de los sectores medios capitalinos, los habitantes bonaerenses son ‘negros’ o ‘villeros’ si pertenecen a la clase trabajadora o ‘blancos pero de segunda’ si son de clase media”, acusó el abogado, que se definió como exponente de la idiosincrasia del Gran Buenos Aires. Que los medios masivos de comunicación se gesten en la Ciudad Autónoma también complota contra el reconocimiento de la identidad porque busca instalar ideas ajenas al bagaje propio, tanto que “en el pueblito más remoto de la Cordillera saben del estado del tránsito” de la arteria que comunica ambos lados. Por eso es “necesario romper con la hegemonía simbólica que ejerce la Capital”, convocó, en tiempos de la Ley de Medios.


El barrio que iguala

Como diverso es el conglomerado bonaerense, organizado en ‘cordones’, igual de disímil es la opinión sobre si existe o no una identidad que abrace a toda esa heterogeneidad. “Yo creo que la gente que vive en la zona tiene características tan comunes como la de afuera”, planteó Crees, el graffitero autor de los perros que observan desde las calles de Monte Grande. Para él, la identidad tiene que ver con cada barrio y con sus “referentes”, aunque reconoció que “mucha gente toma a la Capital como ‘lo verdadero’ ya sea en lo cultural o por estudios, por ejemplo”, explicó. Se apela a las mismas categorías sociales que  “la gente que compara a Argentina con Europa”, a la que anhela que su país se parezca. Entonces, también hay bonaerenses que quieren “parecerse” a los capitalinos porque creen que eso les da mayor “estatus”.
Con la experiencia de haber recorrido con su arte cuanta esquina pudo de su localidad echeverriana, el autor del perro más conocido del sur rescató que en algunas manzanas las personas “salen a la calle y se saludan, como si de un pueblo se tratara”. Acaso que la historia de muchos distritos sea relativamente corta y todavía falte para funcionar con el individualismo de las urbes más desarrolladas sea otro factor cultural de la región.
En su variedad, lo mejor que tiene el Conurbano es conocerlo y hacerlo. “Pinta tu ciudad y pintarás tu mundo”, citó Crees, que sí que lo hace.

El pueblo que construye

“De aquí surgieron los ‘cabecitas negras’ y los ‘descamisados’ de Evita y las masas del 17 de octubre de 1945. El Conurbano es el gran reservorio de los gobiernos populares”, definió Garín, que si bien en sus libros investiga a los personajes que gestaron la Patria “al interrogarse sobre la conformación de la nacionalidad, hay elementos que se vinculan con la región porque, por su conformación sociológica y la afluencia de corrientes migratorias diversas, es un gran conglomerado representativo de la diversidad regional de las provincias y los países vecinos”, explicó.
Según esa mirada, afianzar un sentimiento de pertenencia en una base social hecha de orígenes y objetivos disímiles es la cualidad central de lo que implica vivir en la zona, pero sobre todo porque en su historia reciente logró una lógica de lo colectivo que no se nombra pero que está y por eso sirvió de cimientos a movimientos políticos como el peronismo. Por eso “es un territorio tan rico y en construcción, aún indeterminado y por eso mismo incitante, que es la gran síntesis de ‘lo popular’ argentino”, enfatizó.