12 de noviembre de 2012

LGBTIQ: marchar con orgullo



 Fotos: Guillermo D'Ambrosio

Por Noelia Leiva

La Marcha del Orgullo LGBTIQ cumplió sus 21 años con logros legislativos. Señaló la educación sexual, la despenalización del aborto y el trabajo inclusivo como deudas. Y la erradicación de la violencia como una responsabilidad social.

“Bombón” sugería un cartel abandonado por algún carrito ni bien se ponía un pie en la porteña Plaza de Mayo al salir del subte. Bombona, bombxn: la insignia perdida por un heladero ambulante de los que nunca faltan se podía resignificar y escuchar en medio de la multitud que participó en la 21° Marcha del Orgullo LGBTIQ, plena de colores y besos con sabor a lucha, porque consignó a la educación sexual, el aborto legal y el trabajo inclusivo como deudas para con la igualdad. “Nuestros derechos no son de ningún gobierno”, criticaron, de rojo y a la izquierda, las organizaciones territoriales que denunciaron la “manipulación política” del oficialismo para que la lista de pendientes no se modifique.
Había razones para celebrar. Ya desde las 15, la tradicional plaza fue rodeada por puestos que ofrecían desde jabones artesanales hasta revistas independientes. La Ley de Identidad de Género, sancionada en mayo, y la de matrimonio igualitario, de 2010, hicieron al clima de fiesta en tanto logros del movimiento que, en sus orígenes -con la fundación del grupo Nuevo Mundo en 1969- era sólo gay y ahora llama a respetar los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros, intersexuales y queers (LGBTIQ).
La multitud colorida fue la misma que todos los días se enfrenta a los paradigmas machistas de la heterosexualidad obligatoria. Pero cada segundo sábado de noviembre es para muchos la oportunidad de “salir del closet” o de reafirmar el dominio sobre el propio cuerpo. “Estoy ganando un mango sin fastidiar a nadie pero muchos héteros, incluso hoy, vienen a molestar porque quieren que vivamos debajo de la vereda”, graficó Alessandra Babino mientras despachaba bebidas frías en una tarde también fresca. Ella además es una de las protagonistas de la versión que la Cooperativa de Ar/TV Trans hace de La Casa de Bernarda Alba en centros culturales porteños.
Un Sarmiento con pelo rubio y labios carnosos fue el símbolo del bachillerato popular Mocha Celis, que está orientado a personas trans y tuvo su stand en la Feria del Orgullo para cuestionar la dicotomía patriarcal biologicista hombre/mujer. “Compartir experiencias es un ‘volver a empezar’, retomar un derecho que estaba vedado para nosotras”, describió Virginia Silveyra, una de las estudiantes. La apuesta a que “la calle no sea la única opción” del colectivo 'T' fue una constante de las historias, aunque también algunas exponentes replicaban en sus cuerpos la objetivación hegemónica, acaso para metabolizar la violencia y hacerse fuertes. El riesgo es naturalizarla.
Las trans con atuendos brillantes, las parejas ‘sado’, las mujeres maravilla, los novios o casados, los chicos en minishort, las que prefirieron el jean, los 'darks', los 'osos', las que se quitaron la tortura del corpiño. Todos y todas, libres, partieron en caravana a las 19 hasta el Congreso nacional. “Para nosotras la Marcha es importante porque nos visibiliza”, destacó Gabriela Bacin de Les Madres, un grupo de lesbianas mamás que luchan por el “reconocimiento legal, jurídico y social” de sus hijos.
En la cabecera de la movida fueron Alex Freyre y José María Di Bello -primeros casados bajo la ley igualitaria- y las legisladoras porteñas María José Lubertino y María Rachid, entre otros. Atrás el trailer de 100 % Diversidad y Derechos llevó pura electrónica. Calle 13 estuvo entre el repertorio de la disco ambulante de La Campora Diversia, que también tuvo a un Néstor Kirchner y un gorila gigantes. Y los Putos Peronistas, de La Matanza, llevaron cumbia para menear, mientras algunos sorprendidos miraban desde los bares tradicionales.
“Se nos privó de la posibilidad de decir ‘soy todo hombre, en cuerpo, alma y espíritu’”, cuestionó Gregorio Tobar desde la bandera de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), que reúne a cristianos, metodistas, anglicanos, pentecostales y evangelistas y se dice libre de prejuicios sobre los géneros. “Se tergiversó el sentido de los textos sagrados para implementar ideas donde la sexualidad es mala y tiene que ser sólo reservada a la procreación, sin goce”, cuestionó.
En esa diversidad que marcó territorio también estuvo la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) con su dirigente César Ciglliutti, la Colectiva Santa Concha, que pedía a su diosa no “caer en el pudor”, y las Lesbianas Afrodescendientes, que sumaron la consigna “No al racismo”. Sobre Rivadavia, un graffiti recordaba que hace diez días el movimiento de mujeres reclamó “aborto legal en el hospital”.

Derechos sin gobierno
 

En los últimos años, la Marcha adquirió un acento kirchnerista porque desde el Gobierno nacional manifestaron su aval a reclamos históricos del movimiento LGBTIQ. Pero esas conquistas no se replican en el campo palpable de las relaciones entre personas, o al menos así lo resaltaron un grupo de organizaciones territoriales y de izquierda que llamaron a una “contramarcha”, aunque luego mezclaron sus banderas en una única caravana hasta Congreso, donde ya pocas banderas rojas se quedaron frente al escenario en el que cantaron Lía Crucet, Kumbia Queers, Leo García y la ovacionada Celeste Carballo.
“Reclamamos la libre adopción de las parejas igualitarias. Los hombres y quienes no se casen no tienen la posibilidad de adoptar. Además, no se garantiza en los hospitales públicos las intervenciones quirúrgicas ni los tratamientos hormonales para las personas trans”, denunció Daiana Asquini, de Las Piqueteras. Junto a ellas estuvieron la Federación Juvenil Comunista y el Socialismo, entre otros. Coincidieron en criticar la pérdida de estado parlamentario del proyecto para despenalizar el aborto, así como la “estatización de la comisión organizadora”, formada por colectivos afines al oficialismo.
En el acto central llamaron a aplicar la Ley de Educación Integral, erradicar la trata y derogar los códigos contravencionales que ejercen la “violencia institucional” contra el colectivo, sobre todo hacia las trans en situación de prostitución. Abuchearon a dirigentes políticos y sociales que instalan la discriminación: al jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, por vetar la Ley de Aborto No Punible; al Consejo Superior de Educación Católica por ir contra la laicidad de las escuelas; al gobernador cordobés, Juan Manuel De la Sota, por no actuar contra la “represión transfóbica” ni apoyar el esclarecimiento del femicidio de la militante travesti Vanesa Ledesma; y al mandatario salteño Juan Manuel Urtubey y su par tucumano, José Alperovich, por “imponer la educación religiosa”. En cambio, homenajearon, entre otras personas, a Claudia Pía Baudracco, coordinadora nacional de la Asociación de Travestis Transexuales y Transgénero de la Argentina (Attta), que falleció en marzo último.
La emoción se compartía debajo del escenario. Acaso como siempre pero con menos miedo
porque estaban juntos. “Hace dos días que me separé. Ahora que estoy sola por ahí me
lastiman más, espero que no”, le dijo a esta cronista una muchacha que había nacido con
nombre de varón. Pero no. El desafío es que ni ella ni nadie se quede en soledad si se trata
de recuperar sus derechos.


Publicada en Marcha.org.ar: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/92-generos/2465-lgbtiq-marchar-con-orgullo

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