20 de junio de 2013

Derecho a la salud “con los pies en el barro”


Por Noelia Leiva

Médicos argentinos recibidos en Cuba conforman Propuesta Tatú. Atienden gratuitamente a vecinos y vecinas de barrios vulnerados. En Almirante Brown impulsan que las familias construyan la salita que funcionará en su vecindario.

No hay filas ni turnos que se tramiten desde muy temprano para dentro de dos meses. En la salita que montó Propuesta Tatú en el barrio 14 de Febrero de Longchamps, Almirante Brown, los médicos no usan guardapolvo, para erradicar las diferencias entre quienes llevan la dolencia y los que tienen la potestad de curar. Tampoco hay más que una camilla y una casa precaria para responder a las consultas, aunque nuevos consultorios están en construcción. Hay algo que abunda: la vocación de atender más “humanamente” que en los hospitales donde se nota que sobran pacientes y faltan profesionales.
En la toma, creada en 2009 por familias que supieron convertir en barrio lo que era tierra ociosa, viven unas 7 mil personas. Sus casas ya comienzan a ser de material, pero sus calles aún son de tierra y no existen en el catastro municipal. Saben que hay organizaciones sociales que se acercan para ayudar; algunas se quedan desinteresadamente y otras no. “Ya tenemos su confianza, que es lo más difícil, porque están acostumbrados a que les prometan” mejoras y no cumplirlas, señaló Gino Straforini, coordinador de la iniciativa que se encarga de brindar atención médica gratuita en vecindarios en situación de vulnerabilidad.
En el Conurbano ya trabajaron en El Zaizar, de Esteban Echeverría, y en el 17 de Noviembre, de Lomas de Zamora. Hace casi dos años que se instalaron en Longchamps, donde cada sábado un grupo de argentinos egresados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de Cuba da respuestas en pediatría, clínica médica, cardiología, ginecología y odontología, entre otras especialidades. Las diferencias con los hospitales convencionales se asocian con la mirada transversal del movimiento, que es aportar los conocimientos que algunas personas cosecharon en la universidad para la satisfacción de un derecho básico como es la atención en la salud, sin que ello implique “marcar una diferencia entre ‘el dios de la vida y la muerte’ y ‘el que nada entiende’”, graficó el referente.
Para desandar esa distancia marcada por el poder, los médicos no usan guardapolvo y llaman por su nombre a quienes van a atenderse, que saben que los sábados por la mañana –a menos que llueva y la zona se inunde- se acercan a la casita cedida por el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), se anotan y esperan a ser recibidos. Como les dicen cuántas personas pasarán antes al consultorio, a veces vuelven a sus casas a realizar alguna tarea o se van a comprar, y regresan a horario. “Acá la entrega es más humana. En los hospitales no te da tanto el tiempo (para recibir con dedicación cada consulta) y también hay más demanda”, explicó Richard Villalba, un hombre echeverriano que se formó en la ELAM y trabaja en proyectos de Tatú desde hace casi 4 años, por “un interés solidario”.
En ese ámbito “no hay intercambio mercantil”, aclaró Straforini. Las consultas, los estudios y los medicamentos son gratuitos. La adecuación a las personas en situación de exclusión se da desde la formación porque en La Habana “enseñan a ser médicos para pobres” y cada vez que llegan a un vecindario los voluntarios “‘suben’ a la altura de la gente, no hay que creer que se ‘baja’”, planteó el hombre, nacido en Chile.
Es que además de crear un espacio de consulta, tienen una concepción política de la organización territorial porque “Propuesta Tatú no quiere gobernar el barrio sino ayudar a que decida por sí, que se formen dirigentes y que se dé un proceso de profundización democrática”, explicó. Por eso, por ejemplo, son los mismos vecinos y vecinas los que trabajan en la edificación de una nueva unidad sanitaria, implantada en el mismo lote del FOL, con material que el movimiento consiguió a través de donaciones. Se trata de que “se apropien” de los lugares de participación.
La misma lógica se replica en los cursos de Promotores de Salud, donde además de las materias específicas de la sanidad leen material sobre historia latinoamericana, derechos humanos y género. También muchas personas concurren al programa de alfabetización “Yo, sí puedo”, de origen cubano, en el que se acercan a las letras a partir de asociarlas con números, que son los que deben manejar en el día a día para comprar o vender. En su mayoría mujeres y algunas que tienen como lengua madre el quechua, ya un primer grupo llegó a escribir una carta, que es uno de los objetivo del taller, porque demuestra que se cuenta con las herramientas básicas de la lectoescritura. Aunque el curso no lo incluye, en ese camino también les enseñan las principales operaciones de la aritmética, para que sumen medios para su autovalimiento.
La intención de Tatú es, según definen, dejar la obra en marcha, la vocación de lucha y la convicción de que no deben depender de afuera para que sus derechos sean defendidos. “¿Por qué cualquiera de estas personas no puede ser mañana concejal o intendente? Lo hará en representación de la fuerza que elijan o de una fuerza (territorial) que creo que hoy no está y hay que formar, hay que ocupar espacios. Por eso es tan importante que, incluso desde la medicina, se aprenda a trabajar con los pies puestos en el barro”, concluyó Straforini.

Publicado en Marcha http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/141-salud/2844-derecho-a-la-salud-con-los-pies-en-el-barro

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