24 de octubre de 2009

Contra una problemática “intercultural e interclasista”

Por Noelia Leiva

La apertura de la primera Comisaría de la Mujer en Lomas de Zamora reabrió el juego para que las voces sociales analizaran causas y características del maltrato contra ellas. De cómo la historia personal está atravesada por los cánones culturales que determinan un modelo de mujer dependiente.

Decir que no sucede, mirar para otro lado hasta que todo termine o el ciclo comience otra vez,buscar explicaciones en los cánones que designan cómo debe ser una mujer, incluso más allá de sus deseos. El círculo de la violencia de género se alimenta de esos  modos de actuar, trampas culturales que el sistema patriarcal justifica. Contra ello, los ámbitos de contención buscan dar respuestas,aunque las controversias también los abarcan. La apertura de la primera Comisaría de la Mujer en Lomas de Zamora se presenta como un disparador para hablar del tabú del sometimiento, en una problemática que tiene al silencio como principal aliado.
La semana próxima se estima como la fecha en la que la división policial comenzará a funcionar en 25 de Mayo al 300, Temperley. Será un proyecto que entiende a ellas en su núcleo familiar, laboral y la vía pública, ámbitos en los que pueden materializarse situaciones de violencia. Para ello, las áreas del Ejecutivo municipal especializadas en derechos e igualdad de género prestarán su servicio para ayudar a las denunciantes a que lleguen hasta la flamante comisaría. Sin embargo, la decisión de poner en palabras el padecimiento es el resultado de un proceso de flagelación de la persona durante años. “Es una problemática compleja, con múltiples factores que atraviesan todas las clases sociales. Es intercultural e interclasista”, definió a LA TERCERA la trabajadora social Natalia Baigorria, coordinadora de Niñez y Violencia de la Dirección de la Municipalidad de Lomas de Zamora de Promoción de los Derechos Sociales que comanda la psicóloga Miriam Etcharren.
La iniciativa está impulsada por el Foro Municipal de Seguridad, cuyo titular,Jorge Revoredo, entendió la presencia de efectivos de esa fuerza capacitados como un paso importante para la “defensa de la mujer”, tal como difundió a través de un comunicado de prensa. Claro que no se trata de su tutela ante el sometimiento,sino, en cambio, de que ellas vuelvan a considerarse sujetos con posibilidades y aptitudes.

El dogma del poder del padre

“La base de todo está en la sociedad patriarcal, que naturaliza ciertas conductas del hombre y construye los valores de cómo debe ser una mujer”, subrayó Baigorria. El mandato familiar en el que el poder desciende del varón y hace de sus decisiones pretendidas formulaciones incuestionables.
Frente a ello, el desafío es “socializar,cuestionar, hacer circular la palabra con respeto a los tiempos de cada persona”. En este punto, el abordaje no tiene que dejar de ver que la falta de un espacio físico donde la mujer vaya a vivir con sus hijos lejos del agresor, de un sustento económico, judicial y emocional son los obstáculos contextuales que incentivan al silencio.


Ayudar a decir

“Esta vez él tenía razón” es la frase que Adriana Fonte, coordinadora de la Fundación para la Prevención y Asistencia en Salud Mental (Prasam), indicó como una de las más pronunciadas por las mujeres que atraviesan situaciones de violencia, desde descalificaciones verbales hasta violaciones sexuales en el interior de la pareja o el matrimonio, porque las instituciones
legales tampoco las preserva del maltrato. La entidad, que trabaja en Almirante Brown, como su par lanusense Propuesta son puntos de referencia para cuando deciden buscar ayuda. La aflicción está potenciada por “la cultura del ‘mejor callarse’, de ser sumisa”, definió la especialista browniana. En ese marco se entiende cómo a las características individuales se suma la macro-determinación de la herencia social. Y si de evaluar estadísticas se trata, una encuesta realizada por Propuesta indica que el 97 por ciento del universo consultado reconoce a la violencia como un delito, del que sólo el tres de cada diez acepta conocer algún caso. Ocho puntos por encima de la mitad de encuestados reducen la problemática a una enfermedad” del golpeador.
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Algo más que buenas intenciones

Los movimientos sociales y feministas asumieron como propia la bandera de la lucha contra la violencia de género desde una mirada que critica al Estado y su ausencia. El Espacio de Mujeres del Frente Popular Darío Santillán organiza talleres en los barrios periféricos del Conurbano, donde los casos de mujeres víctima no son pocos. Sin embargo, el colectivo se encarga de aclarar que el problema no es exclusivo de los sectores más vulnerables, aunque está potenciado por la pobreza como una forma más de abolición de derechos. Y que las comisarías, en vez de ayudar, obstaculizan.
Hay una “doble victimización”, consideró Adriana Pascielli, también integrante del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús. La primera se produce cuando el varón agrede, mientras que la segunda se genera al momento de denunciar y  “en
la comisaría la culpabilizan, porque pareciera que es responsable de la violencia que sufre”.
Si la problemática tiene como origen “la opresión de la mujer por el patriarcado”, la solución se inicia en un cambio de paradigma. En ese camino, las organizaciones “pueden tener buenas intenciones, pero el Estado tiene que estar presente”, demandó .

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