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27 de junio de 2012

Masacre de Avellaneda: el reclamo que sigue vigente


Fotografía y texto: Noelia Leiva

Diez años pasaron desde que la represión policial se cobró la vida de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. El martes último, una multitud se congregó en el puente Pueyrredón, con el mismo pedido de justicia. Organizaciones sociales y familiares visibilizaron que el proyecto de cambio social sigue intacto.
 

Todas las cabezas miraban hacia el puente Pueyrredón, ese mismo donde hace diez años empezó todo. Una fila interminable de jóvenes que actualizaban los testimonios que tanto escucharon sobre aquel 26 de junio de 2002. Sin embargo, el martes último no sobrevoló la certeza de que, en plena democracia, la represión institucional podía personificarse directo sobre ellos como hace una década. Pero si llegaba a ocurrir, esta vez las personas estaban armadas con la experiencia de la organización impulsada como un grito de rabia cuando a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki les arrancaron la vida las balas policiales. En Avellaneda volvió a escucharse el pedido de justicia, porque el tiempo no borra la responsabilidad de los culpables.

De todas las edades eran los y las militantes que se congregaron cerca de las 11 de la mañana a metros de la estación de trenes Darío y Maxi –ex Avellaneda-, como la bautizaron sus compañeros y acaso una ley nacional que se analiza en el Congreso. Algunos pisaban por primera vez esa calle que antes se tiñó de sangre. Otros estuvieron justo ahí, donde la represión -y no la “crisis”- se cobró dos víctimas. “Es un honor estar acá por la justicia y la verdad. No todos se animan a hacer lo que ellos hicieron, hay que ser valientes”, recalcó Martín Cárdenas, un joven de Gerli del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, que se sumó con su consigna “El hambre es un crimen” a la conmemoración.

Cada colectivo replicó sus cantos, pero cuando las tres columnas de organizaciones coincidieron en el puente se activó el “Las balas que vos tiraste / van a volver” que el día anterior había copado los pies del escenario que precedió a la tradicional vigilia hacia el 26. Al Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y la COMPA, lo acompañaron el Polo Obrero, el MST y Quebracho, entre otros colectivos que se transformaron en total en unos 8 mil participantes. Ya sobre el Pueyrredón, llegaron adhesiones desde Mar del Plata, Rosario y Tartagal, además de todo el Conurbano bonaerense. Hasta Mirta Tejerina, hermana de Romina, acercó su solidaridad con los familiares de los homenajeados y la unión en la defensa por los derechos humanos.

“Darío se consideraba parte de la sangre de los caídos. A diez años (de su muerte), yo veo a mi hijo en estos pibes”, enfatizó un emocionado Alberto Santillán, papá del referente que dio nombre al frente. Sin embargo, una década de aniversarios no amedrentó al sistema responsable de los asesinatos, porque, aunque fueron encarcelados en 2005, ocurrió “una provocación absurda de la Justicia que liberó prácticamente a (los ex policías Alfredo Fanchiotti y (Alejandro) Acosta. Eso no tiene nombre”, repudió el hombre, antes de avanzar con la caravana.

Una vez en el escenario se cuestionó la “solidaridad” que la presidenta Cristina Fernández aseguró trasmitir en cadena nacional el mismo martes al mediodía. Algunos integrantes de su gabinete, como el ahora senador Aníbal Fernández, son considerados como “responsables políticos” del doble homicidio, los más de treinta heridos de bala y la manipulación de la información de 2002. Leonardo, su otro hijo y también trabajador de la bloquera de Lanús donde se desempeñaba Darío, fue tajante con su postura, cuando pidió que la premisa de que los mártires de Avellaneda se “multiplicaron” en los jóvenes no sea sólo una enunciación. “Nosotros tenemos la misma consigna hace diez años y debemos hacer una autocrítica. Hay que empezar a movernos para que caigan los responsables políticos”, insistió.

En el palco preparado para la ocasión, con el paso cortado una vez más para el acto montado a favor de la memoria, también estuvo Elia Espen, integrante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora que llevó su pañuelo blanco y la foto de su hijo, Hugo Meidan, desaparecido en plena dictadura militar, en 1977. Cerca, Mónica Alegre, mamá de Luciano Arruga, cuyo paradero también se desconoce, pero desde 2009. Los dirigentes del Frente de Izquierda Néstor Pitrola, Jorge Altamira, Vilma Ripoll y Christian Castillo, entre otros, completaron la primera plana. Hasta arribar a la tarima, detrás de ellos fue la bandera roja del FPDS, tan encendida como plantean que mantienen la fuerza en sus barrios.

“No le daría lugar a nadie para que use la lucha de los compañeros, Darío, Maxi y Mariano Ferreyra nos quieren acá”, subrayó Vanina Kosteki, hermana del joven caído al que Santillán quiso proteger cuando vio que agonizaba en el hall de la estación. El argumento fue contra las palabras de congoja que se escucharon desde el oficialismo los días previos al acto, pero que el colectivo entendió que no se tradujeron en hechos cuando enviaron a Fanchiotti a un régimen más flexible en Baradero.

“Revolución” y “libertad” fueron palabras claves a lo largo de la jornada. Todavía contra las barandas del puente había restos de las fogatas que dieron calor a los militantes que pasaron la noche allí y que estaban de pie -algunos sin haber descansado- con sus bolsas de dormir y frazadas al hombro. “Organización y lucha” fue, como siempre, el lema motivante para abrir los ojos, con el puño en alto.

Ellos, antes del 26

Hay quienes sostienen que ‘las cosas suceden son por algo’. En la historia de Maximiliano y Darío puede aplicarse, pero no porque sus acciones hayan estado atadas a un destino mágico, sino porque el sentido que tomó su muerte fue coherente con ese ‘hacer’ que los unió aquel 26.

La imagen de Santillán en la que intenta detener a los policías con su mano en alto para proteger a ese compañero que no había visto antes lo pintó de cuerpo entero porque “era así en el trabajo, la asamblea, con quienes recién se acercaban. Su último gesto lo mostró con crudeza”, definió Carlos Leiva, que lo conoció en febrero del trágico 2002 y que ahora se desempeña en Lomas de Zamora.

Kosteki no pertenecía al movimiento piquetero que pero sí tenía inquietudes: “Con él hablé unos días antes porque nos encontramos para el cumpleaños de mi mamá. Me dijo que estaba en un comedor, que daba clases de arte y pintura para chicos, que quería hacer algo. El cambio que buscaba lo encontró un acto en el puente Pueyrredón, donde perdió su vida”, describió su hermana Vanina.

A ellos les quitaron el tiempo para poner en común sus ideas, para contarse cómo era el mundo nuevo que querían. Aunque tal vez en algún otro espacio se hayan podido reencontrar y debatir como si estuvieran vivos. Pero como de situaciones hipotéticas no se hace la resistencia, sus compañeros siguen en la lucha.

Publicado en Marcha del 27 de junio de 2012

13 de junio de 2012

Infancia: el derecho a ser

                                                                                             Ilustración: Quino
Por Noelia Leiva

El contexto social de pertenencia carga de oportunidades al desarrollo de los chicos. Pero también puede quitárselas. Cómo la ley promueve los derechos de la niñez, y la sociedad civil busca fomentar la igualdad.

«Yo no quiero morirme nunca porque quiero jugar siempre», asegura el escritor Eduardo Galeano que un nene le dijo en Montevideo. De este lado del «charco», los pequeños se parecen: curiosidad y ganas de descubrir son su timonel, pero algunos están obligados a crecer rápido: las necesidades económicas les recortan las posibilidades de acceder a la educación y de recrearse, porque tienen que desempeñarse a la par de los grandes o cuidar hermanos mientras los adultos no están.
Ser niño implica oportunidades distintas según la realidad social en la que se está definido, pero existen leyes que resaltan cuáles son los derechos comunes para ese colectivo; y organizaciones solidarias que buscan restituirlos cuando son avasallados.
La casa donde se vive, la escuela a la que se va, la posibilidad de jugar que se tiene, la oportunidad de poner en palabras el mundo que se descubre en cada paso son algunas de las variables que atraviesan el crecimiento de los nenes y las nenas. El contexto en el que se encuentran influye en cómo ellas se cruzan en sus vidas.
«Cuando sos chico, llegás a un mundo en el que tu familia te hace lugar. No es lo mismo que sean personas con recursos afectivos y capital social a que no los tengan, más en los primeros años de vida, centrales para el desarrollo cognitivo e intelectual», ancla Juan Pablo Yovovich, docente y director de la Fundación de Organización Comunitaria (FOC), que integra el equipo directivo de la Red Nacional por el Derecho a la Educación.
Imbuida en esa afirmación, hay normas que pretenden garantizar la igualdad incluso en la diferencia. Es decir que las condiciones previas al nacimiento del pequeño no sean exclusivas determinantes de su destino. La ley nacional 26.061 y su par de la provincia de Buenos Aires, la 13.298, asumieron esa función pero con una mirada nueva que también contempla al niño en su medio social.
Es que, a diferencia del viejo paradigma del patronato, donde los chicos eran entendidos como «objetos de tutela» de los mayores, la modificación los convirtió en «sujetos de derecho» y, por lo tanto, poseedores de las decisiones sobre su vida, en un marco de contención y de acuerdo con su edad. El cambio —que comenzó a implementarse en 2005 y que, en el caso bonaerense, invitó a cada municipio a que incorpore Servicios Zonales de atención a las familias y Mesas locales de labor interdisciplinaria— implica que la opinión de los chicos será escuchada incluso en instancias judiciales y que su entorno vincular será, a menos que se compruebe lo contrario, el mejor lugar donde deban permanecer para su desarrollo.
Es decir que «no se puede ver sólo al niño, hay que observar a su familia nuclear, a la extendida (tíos, abuelos) y luego al barrio. Cuando el Estado no está en la salud o el trabajo de sus padres, esa niñez se hace difícil», consigna el titular de la asociación creada hace 21 años en la bonaerense Lomas de Zamora.
Un ejemplo de esa situación de vulnerabilidad fueron las consecuencias de la crisis institucional, económica y social de 2001 en Argentina, que generó necesidades que en muchas casas no podían contenerse. Entonces, la sociedad civil intervino mediante redes de promotores sociales y espacios de reconocimiento de los derechos. Luego de las primeras ollas populares que respondieron a la emergencia, organizaciones no gubernamentales fundaron jardines de infantes comunitarios, guarderías para que las mamás trabajadoras enviaran a sus hijos, espacios de capacitación en oficios o finalización de su escolarización. Esas son algunas de las prácticas que la FOC todavía implementa, además de talleres de producción periodística para que los pequeños sean «cronistas» de su realidad.

Tener la (propia) palabra

«El niño tendrá derecho a la libertad de expresión, que incluirá buscar, recibir y difundir información e ideas de todo tipo», determina el artículo 13 dela Convención Internacional de los Derechos del Niño, integrada a la Constitución Nacional desde 1990. El ejercicio de la palabra es, también, una herramienta aplicada al día a día que ayuda al crecimiento intelectual. La Escuela Especial 502 de Ezeiza entendió rápidamente ese precepto y convocó a alumnos, docentes y vecinos a formar parte de Radio Abrojos que, desde la frecuencia modulada 92.5, transmite la voz y la opinión de nenes y adolescentes.
«Cuando empiezan, a los 16 años aproximadamente, en general los une la curiosidad propia de la juventud. No hay cuestionamientos sobre si se puede hacer o no. Después viene la etapa de asumir roles, saber si esto va a pasar por su vida como algo anecdótico o va a definir su rumbo, porque en la adolescencia se empieza a descubrir el mundo, a apropiarse de espacios y reconocerse en una realidad», explica Samanta Matzke, una de las impulsoras del proyecto, que comenzó a andar en 1998.
Desde el emprendimiento, también se pueden cambiar escenarios: «El circuito social de donde provienen los chicos es vulnerable. Algunos atravesaron situaciones de una tristeza profunda, producto de la edad pero también de crisis familiares que vienen asociadas a problemas económicos. En estos años de recuperación, la radio sirvió para poder representar todo eso en palabras, como un espacio de contención entre pares que también se hace un tema de conversación con los adultos», rescata la periodista.
Y es nuevamente la palabra la mediadora de la subjetividad en construcción; por eso es responsabilidad de los adultos «garantizar el derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y a que su opinión sea tenida en cuenta en todos los asuntos que les conciernan como sujetos de derechos», incluso en instancias judiciales, reza la ley 26.061.
Cuando se registran casos de oposición a la norma, las instituciones penales juveniles también actúan en sintonía con el paradigma vigente, y deberán atender a la voz de los chicos como valor por cuidar. Además, deberán ayudar a recuperar el vínculo del sujeto con su núcleo afectivo, a menos que se compruebe que es un ámbito dañino.
La influencia del contexto en el comportamiento de los individuos es otra vez evidente. «Un 90 por ciento de los chicos de 16 o 17 años que recibimos no está escolarizado desde los 11 o 12. Les preguntamos qué hicieron en ese tiempo y nos dicen que “nada”. Deambularon por las escuelas y las esquinas», asegura Alberto Gallini, operador comunitario del Centro de Referencia de Lomas de Zamora, que recibe jóvenes en conflicto con la ley de ese distrito, Avellaneda, Lanús, Almirante Brown, Esteban Echeverría y Ezeiza, en el segundo cordón del Conurbano bonaerense.
Las causas «no son sólo familiares sino también sociales», coincide el especialista. «Si bien los mayores a veces no cumplen con su responsabilidad, el Estado en general interviene recién a través de nosotros, que es cuando los lazos ya se rompieron», reconoce. Aunque «los delitos se cometen en todas las clases sociales, la mayoría de los que “agarran” son pobres. Hay chicos que ni siquiera tienen DNI y que recién se lo hacen cuando tienen un problema», grafica el especialista. La letra escrita y las organizaciones de profesionales o voluntarios velan para que se pueda actuar antes e impedir que la violencia social que atraviesan algunos chicos y chicas genere otros focos de agresión. Un camino complejo, pero con esperanza.

Publicada en El Gran Otro de junio de 2012 http://elgranotro.com/infancia-el-derecho-a-ser/