29 de julio de 2013

Presa por defenderse


Por Noelia Leiva

Vivió diez años con un hombre que la violentaba. Una noche vio que la escena se repetía y quiso evitarlo. Lo mató ‘sin querer’ pero la Justicia todavía no lo define. Piden que no la separen de sus hijos mientras espera la condena. 


Nora Amaya, de 33 años, pasó diez junto con Claudio Velásquez, de 38, hasta que lo mató en defensa propia. Según declaró ante la Policía, minutos antes de que sucediera, él  la había amenazado con asesinarla. “Durante toda esa semana, la había golpeado”, describió la tía de la mujer. El fallecido había sido su victimario durante casi una década, pero el trasfondo de violencia de género todavía no fue contemplado en la causa. Está presa a la espera de la condena y su familia reclama la detención domiciliaria para que pueda cuidar a sus hijos menores de 5 años.
Para los allegados de Nora, hay dos pendientes que el Juzgado de Garantía 10 del Polo Judicial de Avellaneda, a cargo de Estela Mollo, debería incorporar en sus decisiones. Por un lado, que la aparente responsable del crimen defendió su vida aquel 29 de diciembre de 2012, luego de que la suya estuviera en peligro durante el tiempo que vivió en Villa Corina, Avellaneda, junto a Velásquez, un hijo de ella de 13 años y los que tuvieron juntos, de 4 y 2. Por otro, incluso mientras el proceso judicial avanza, piden que se cumpla la reclusión en su casa, para cuidar de sus chicos, según lo permite la Ley 26.472 que reconoce ese beneficio para madres de nenes que no cumplieron los 5 años.
Para la Justicia, el caso merece la carátula de “homicidio simple”, según investiga. En enero, enviaron a Amaya a la Unidad 52 de Azul para luego trasladarla a la 40 de Lomas de Zamora, donde todavía aguarda que le realicen las “pericias psicológicas” para sumar al expediente. Ella misma se entregó cuando supo que a su pareja no lo habían podido salvar en el hospital Presidente Perón de Avellaneda.
“Hacía cuatro días que él estaba drogado y borracho. Empezó a tratarla mal, como siempre. A insultarla, golpearla. Le había pegado una semana seguida. Tiró la ropa, la comida. Cuando ella iba a ir a cocinar, él fue a agarrar el cuchillo. Lo vio y lo agarró primero, se quedó asustada con el cuchillo en la mano y él se le abalanzó”, relató Stella Maris Vega, tía de Nora, sobre el contexto de la muerte. Ese antecedente es el que espera que sirva para reducir la pena y para instalar el maltrato machista como una variable a tener en cuenta de forma obligatoria a la hora de juzgar, sin que medien presentaciones particulares.
Hasta ese episodio, pocas personas sabían que la joven atravesaba situaciones de violencia, sólo “le contaba a una compañera de trabajo” de una clínica porteña, donde hacía tareas de mantenimiento. En su entorno ella prefería callar: “El nene más grande casi no hablaba sobre lo que pasaba en casa. Le preguntaba sobre su mamá pero no decía nada. Un día mi hija lo encontró escondido detrás de la cama porque tenía miedo. Su mamá le enseñaba que no tenía que contar”, relató la señora, que ayuda a sostener a sus sobrinos nietos, que viven con sus abuelos.
Quién cuida a los chicos y los lleva a visitar a su madre aunque sea una vez por mes es parte de las decisiones que tienen que tomar todos los días en su familia, porque no cuentan con los recursos para que los viajes no pesen en la economía. Antes, cuando estaba en Azul, recibían sólo un pasaje mensual sin cargo pero mientras esté en Lomas pueden ir cada quince días. Vega pidió que, mientras analizan el arresto domiciliario, se quede de manera permanente en la Unidad 40 para reducir el trastorno que genera sostener a la distancia el vínculo entre los niños y la mujer.
“Lo que más pido es que esté con sus hijos porque a ella la ampara la ley. La extrañan mucho, es terrible ver cómo se despiden” después de cada visita, enfatizó la tía.

Justicia con mirada de género

El caso de Daiana Fernández es antecesor del de Amaya y una esperanza para su resolución. La joven de 20 años también soportaba la violencia ejercida por su pareja, Carlos Saucedo, a quien mató al intentar defenderse de él, que la tomó por la fuerza de los brazos en una de las tantas agresiones, en 2001. El Tribunal Oral en lo Criminal 3 de Lomas de Zamora consideró que se trató de un “homicidio preterintencional” lo que, por la ausencia de la intención de dañar, redujo la pena.
Si bien la condena por la muerte estuvo y debió ir a la cárcel mientras la esperaba, sirvió para instalar el debate sobre quién era la “verdadera” víctima. La agrupación Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) acompañó el derrotero de Fernández y por ella conocieron a Nora, para quien también reclaman celeridad en el proceso para evitar que los nenes sigan sufriendo la distancia.
Para la agrupación, la demora se podría reducir “con la creación de Fiscalías de la Mujer, que aliviaría a las de la Familia”, señaló Natalia Valle, militante del colectivo en Lomas de Zamora. Según propuso, las autoridades de esa nueva división “deberían contar con un test para detectar posibles casos de violencia y una hoja de ruta para saber dónde pueden ir” ellas cuando deben huir inmediatamente del hogar donde hay un agresor. Si bien hay refugios privados y uno municipal próximo a ser inaugurado, hasta ahora las herramientas de contención oficiales “colapsan por la cantidad de casos y la falta de presupuesto”, consideró.
Si bien cada vez se habla más sobre la idea de que el machismo puede actuar tan fuerte que un hombre es capaz de tomar a una mujer como un objeto de su propiedad y no como un sujeto de derechos, todavía resta desarraigar las redes patriarcales en las relaciones de todos los días. “Hay que prestar atención a lo simbólico, a cómo influye en el lenguaje, en las publicidades. Se debería conversar en las escuelas, para tomar conciencia desde chicos sobre la igualdad de los géneros”, convocó la referente.

Publicada en el portal Marcha: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/92-generos/4000-presa-por-defenderse

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