29 de julio de 2013

Justicia por Susana: otro femicidio expone la gravedad de la violencia

Por Noelia Leiva

La vecina de Temperley que había desaparecido el viernes último fue encontrada muerta en el pozo ciego de su casa. Su esposo es el principal sospechoso y está detenido. Su asesinato resaltó la necesidad de erradicar el machismo en las relaciones. Cada día y medio, una mujer se convierte en víctima fatal del patriarcado.
                   Familiares y vecinos aportan datos a la Policía (Foto: Leandro Mac Garva).

Cada 35 horas, una mujer es asesinada en Argentina. Detrás de las estadísticas hay identidades e historias diferentes, pero con un factor unificador: una sociedad machista que naturaliza que ellas pueden manipularse, usarse, dañarse y hasta desecharse cuando el varón lo decida. Esta vez, Susana Leiva es el nombre detrás de la cifra. El femicidio de la vecina de Temperley que había desaparecido el viernes último reafirmó que la violencia de género puede terminar en el extremo del asesinato si es callada.
Hasta ayer, se creía que ella, de 38 años y mamá de dos nenes, había salido como todas las mañanas desde la localidad lomense hasta el barrio porteño de Recoleta, donde trabajaba como empleada doméstica. Pero un allanamiento policial echó por tierra esa idea, cuando halló su cuerpo en el pozo ciego de su casa, en Blanco Escalada 250. Su esposo, Alberto Ponce, es señalado como el principal sospechoso y fue detenido, a partir de las investigaciones del fiscal Héctor Toneguzzo.
Según le explicó a la prensa una de las hermanas de la víctima, Angelina, el entorno del hombre “sabía de los maltratos” que él le propinaba a Susana, basados en supuestos “celos”. Antes de que se encontrara el cadáver, el hombre había reconocido ante los medios que mantenía “peleas” con su compañera pero aseguró que eran “por temas solucionables” y que nunca le había pegado.
Para la familia de la mujer, sin embargo, esas actitudes del hombre y la “pasividad” con la que había participado en su búsqueda apoyaban la versión de su responsabilidad en el crimen.

Los celos, primer indicio
“Está culturalmente instalado que si alguien te cela es porque te quiere. Está permitido, avalado”, analizó Myriam Machaca, referente de la agrupación Mariposas de Villa París que trabaja sobre la equidad de los géneros. Si esa norma social no hubiese funcionado, quizás Susana o su entorno hubiesen podido detectar como factor amenazante que el hombre la increpara por su relación con otras personas.
En el fondo de las acciones está la trama patriarcal que justificaba, inconscientemente, que ese varón crea que puede decidir sobre cómo alguien se contacta con los otros: “Considerar a la mujer como un objeto genera impotencia si no logran cumplir su objetivo de controlar, con lo que llegan a provocarle la muerte”, denunció la militante ante LA TERCERA. A esos asesinatos atravesados por el machismo se los denominó “femicidio” y se los incorporó como figura penal, para que el sexismo que los impulsa sea comprendido como agravante al establecer la pena.
Para comprender el sentido del término, los movimientos que reclaman el fin de la violencia hacen hincapié en que estos fallecimientos ya no deben ser reducidos a “crímenes pasionales” o “conflictos amorosos” porque están sometidos por características culturales instaladas en las comunidades, que es la de la objetivación femenina.
Pese a que la visibilización del fenómeno es creciente, en el país muere una mujer cada 35 horas, en su mayoría en manos de hombres con los que tienen o mantuvieron una relación sentimental, según datos del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Zambrano” dirigido por la Asociación Civil La Casa del Encuentro.
En los cinco años que esa institución analiza, se registraron 1236 decesos, según informes publicados en los medios de comunicación. La cifra real puede ser aún mayor ya que no todos los casos toman conocimiento público. El año pasado hubo 255 femicidios y 24 “vinculados”, que son los de hombres, niñas o niños que se encontraron en la “línea de fuego” del agresor cuando trataba de terminar con la vida de la mujer que creía de su propiedad.

La orfandad
A la violencia que se atraviesa en un núcleo familiar cuando hay un agresor se le suma una consecuencia derivada del femicidio, en los casos en que se produce, que es la orfandad de los hijos e hijas de la pareja. A la pérdida de la mamá se le suma la del papá, tanto si está prófugo como investigado o imputado por la Justicia.
Leiva tenía dos niños, de 1 y 10 años, que están al cuidado de los abuelos, una situación que no todos los chicos tienen en estos casos extremos. Según La Casa del Encuentro, entre 2011 y 2012, unos 703 pequeños fueron “víctimas colaterales”, 460 de ellos menores de edad.
No es necesario que alguien muera. Cuando los nenes son espectadores del maltrato, aprenden a callar, muchas veces por pedido de la madre. El temor y la dificultad para explicar lo que sucede pueden generar trastornos, como “dificultad en el control de expresiones de agresión, sentimiento de indefensión e impotencia y miedo”, así como problemas “para la comunicación y el establecimiento de vínculos estrechos”, señaló un estudio realizado por la misma ONG porteña, firmado por Silvia Lommi, Norma Stola y Ada Beatriz Rico. En los aspectos cognitivos, también se generar obstáculos para lograr concentrarse.

En busca del cambio
La problemática de la violencia de género está legitimada por el machismo instalado en los medios, la escuela, la calle, la familia y el trabajo. Para el movimiento de mujeres, el cambio se logra de lo particular a lo general, porque está más cerca cada vez que alguien identifica y denuncia las agresiones, que también pueden ser psicológicas, emocionales y económicas. “Hay que erradicar el ‘no te metás’”, convocó Machaca, desde Almirante Brown.
Para la agrupación Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) de Lomas de Zamora, “es urgente y necesario que se implemente la Ley 26.485 para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en todos los Ámbitos donde desarrollan sus Relaciones Interpersonales, vigente desde 2009”. En sintonía, piden “que se le asigne mayor presupuesto al Consejo Nacional de las Mujeres, que tiene la responsabilidad de llevar adelante las políticas públicas para protegen y garantizar los derechos humanos” de las ciudadanas.

Femicidios en la región
En el Conurbano, resuena la muerte de Fátima Catán, la joven de Villa Fiorito que fue quemada por su pareja en 2010, cuyo nombre fue puesto al refugio para mujeres víctimas de violencia inaugurado recientemente en el mismo distrito donde mataron a Susana. Según el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Zambrano”, en 2012 otras 255 fueron asesinadas:
*Flavia Intruvini: su pareja la mató de un balazo en Remedios de Escalada, el 2 de enero.
*Aldana Torchelli murió tras una semana de agonía al haber sido rociada con alcohol y prendida fuego,el 21 de febrero enWilde. Su novio fue detenido.
*Melanie Costa murió acribillada por su ex marido en Banfield, el 28 de agosto. Él se suicidó.
*Claudia Moreno fue asesinada por su marido, el 15 de octubre en Banfield.
*Roxana Vallejos falleció tras agonizar porque su pareja la roció con alcohol y prendió fuego.

Publicada en La Tercera http://www.diariolatercera.com.ar/0/vnc/nota.vnc?id=4435

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