13 de noviembre de 2009

“Yo, sí puedo”, la experiencia cubana para la alfabetización

Por Noelia Leiva

El programa busca enseñar a leer y escribir a personas mayores de 10 años. Otorga las herramientas básicas para incorporarse al sistema de educación de adultos u oficios. Emplea un método de asociación de números con letras. Y denosta los prejuicios que plantea al “iletrado” y el “sabio” como opuestos. Desde hace 15 días, se aplica en el distrito.


Creer que es posible, decir que sí. Luego de recorrer más de 30 países, incluso aquellos desarrollados donde la pobreza es ono de una desigualdad paradójica, el programa de alfabetización creado en Cuba “Yo, sí puedo” comenzó a trabajar en cuatro barrios de Almirante Brown. En dos años, esperan alfabetizar a 7 mil personas, cantidad fijada a partir de los relevamientos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) que, aunque cuestionados en Argentina, son la muestra testigo que los organismos internacionales toman como referencia para determinar las necesidades educativas del país. LA TERCERA dialogó con Roberto del Valle, asesor cubano del plan en el distrito. El abordaje desde el propio lugar, el barrio, contra “la forma actual de esclavitud de los pueblos”.
El método de difusión de las herramientas de la lectoescritura está destinado a mayores de 10 años. Se nutre de clases audiovisuales de 30 minutos que se comparten en grupo a lo largo de 65 encuentros, con el acompañamiento de facilitadores o facilitadoras que saben leer y escribir, pero no necesariamente tienen experiencia en la docencia. En el subcontinente, se articula a partir del Instituto Pedagógico Latinoamericano, que llega a este punto del mapa a través de un convenio entre la Fundación Un Mundo Mejor Es Posible (Ummep) y la comuna browniana.
“Si usted quiere insultar a una persona, le dice analfabeta y ya, la humilla. Es la forma en que obligan a firmar con el dedo y a hacer mil cosas, sobre todo en procesos electorales”, observó Del Valle. El acercamiento a estrategias para cambiar esa realidad “puede constituir una masa importante para la proyección teórica y de políticas de desarrollo pero, también, una peligrosamente opositora”, sobre todo gracias a la particularidad argentina de “opinar desde la primera frase”, observó el educador.
Para lograr el objetivo, el programa usa un mecanismo de asociación de números –que, para el desempeño cotidiano, la mayoría de las personas conoce- a letras,en función de su frecuencia de uso. Luego de un rastreo de las personas con necesidad de ser alfabetizadas, se efectúa un “adiestramiento”, en el que se ejercita la expresión oral y la representación numérica. Segundo, se enseñan las letras y las combinaciones silábicas para formar palabras y expresar frases con ideas. Por último, se “consolidan” esos conocimientos, como nexo con el sistema educativo formal.

La universalidad de la pobreza

-¿El programa avanza sobre las necesidades sociales?
-Está concebido para alfabetizar América Latina. Tiene un componente relacionado con la enseñanza de la lectoescritura y otro con la formación cultural integral de la persona. En este caso, se trabajan elementos de salud, educación sexual, literatura, arte. No está concebido sólo para Argentina, en cada país se contextualiza.
-Incluso dentro de una misma región hay realidades disímiles. Por ejemplo, no es lo mismo hablar de la Ciudad de Buenos Aires que del Conurbano ¿Se hace hincapié en estas particularidades?
-No, el programa atiende a las necesidades más generales que tienen los pobres del mundo, que son necesidades globales. Porque los iletrados son pobres, los ricos tienen con qué pagar (la alfabetización). No particulariza en la idiosincrasia
de cada región. Está pensado para un llanero venezolano, un campesino boliviano, un hombre de la serranía de Colombia…
-Paulo Freire (pedagogo brasileño, autor de la concepción de que el educador
y el educando se relacionan en un proceso de liberación mutua) apunta a trabajar desde las necesidades,el conflicto o el desconocimiento ¿Coinciden?
-El programa toma de la teoría de Freire el concepto de palabra y frase generadora,pero que parten de lo vivido por la persona sin buscar posiciones políticas. Parte de su práctica cotidiana, de lo que él conoce. Se dice (en la cartilla que se usa en las clases) “una casa latinoamericana” porque todo el mundo sabe lo que es una casa, tenga o no. Se dice “un beso” porque todo el mundo sabe lo que es, aunque no tenga quién lo bese.

Contar con las palabras

El mecanismo de asociación de letras a números “fue una idea del comandante en jefe Fidel Castro”, aclaró Del Valle. Se parte de que las personas analfabetas “saben contar, porque sino no pueden vivir”. En función de la frecuencia de uso de cada letra en Latinoamérica, se le asignó una numeración a cada una. Así, la “A” es la 1 y la “W”, la 30. Mediante el mecanismo de identificación de un objeto –a través de su imagen- con su nombre,se separa en sílabas la palabra, se numera cada letra, se realizan las combinaciones silábicas y se trabaja sobre la nueva letra, porque cada clase se concentra en una.


Barrios que pueden
Para empezar, “se buscan cuatro elementos fundamentales: el iletrado, un facilitador, que es el nexo entre la videoclase y el participante; el punto de alfabetización, donde podamos colocar una video y un televisor; y todas las personas que quieran apoyar”. El rectángulo de voluntades se completó en los barrios Amancay, de Glew; La Cumbre, de Burzaco, Loma Verde y Barrio Lindo, de Malvinas Argentinas. Allí, son 22 quienes van a clase hace 15 días y otros 60 los que fueron “detectados”. Además, se proyecta trabajar en San Gerónimo, El Gaucho y Don Orione.

www.diariolatercera.com.ar

1 comentario:

. dijo...

Otra muestra de que sí se puede.