2 de junio de 2010

De cómo la equidad de género se construye con todos y todas

Por Noelia Leiva

La iniciativa surgió en Canadá hace 19 años y se consolidó en 90 países. En el Conurbano Sur, comenzará a abordarse en los barrios a través de la FOC. El coordinador de la propuesta en Argentina y Uruguay resumió para LA TERCERA los puntos focales del debate para alcanzar el cambio de paradigmas. La lucha contra “las violencias” machistas.

La Campaña del Lazo Blanco se sostiene en la idea de que la equidad de género es una tarea conjunta de mujeres y varones, para derribar el monopolio del poder para ellos y el mandato de la obediencia para ellas. Vigente en 90 países, se originó en Canadá en 1991 tras el femicidio de 14 estudiantes de la Escuela Politécnica de Montreal. Los hombres que asumen la responsabilidad de cambiar la “masculinidad hegemónica” convocan, desde entonces, a espacios de debate con todas y todos en los ámbitos donde el modelo dominante se pone más en evidencia. En Lomas de Zamora, se abordará a partir de la articulación con la Fundación de Organización Comunitaria (FOC).
La propuesta es dar luz a miradas alternativas a través de un abordaje “territorial” en talleres que buscarán llegar a la esencia de la conformación genérica, atravesada por la estructura cultural. Hugo Huberman, coordinador del movimiento en Argentina y Uruguay, dialogó con LA TERCERA sobre los caminos para erradicar “las violencias” sexistas.
-Hasta ahora fueron en su mayoría mujeres las que velaron por la equidad ¿Cómo participan los hombres para llegar a ese objetivo?
-Entender el género como estructura fundacional proviene del movimiento académico feminista, que es diverso. La innovación es que somos los hombres los que gestionamos la campaña, no para ocupar lugares centrales sino para intentar visibilizar, sensibilizar y entender que hay maneras diferentes de ser hombre sin ejercer ningún tipo de violencia y sin tener per sé privilegios.
-Proponen la erradicación de ‘violencias’, en plural, no sólo la que daña el cuerpo ¿Qué otros comportamientos reconocen como violentos?
-Están en las cotidianeidades que, sumadas, hacen a nuestra manera de ser hombres. Están en los medios, los piropos, los refranes. Implica que los varones, por el solo hecho de nacer (con ese género) tenemos privilegios, y si intentamos bajarnos de eso somos sancionados socialmente. De qué vivir, qué hacer y qué estudiar son cuestiones que todavía no son iguales para hombres y mujeres. Eso también es violencia, porque hay condicionamientos biológicos para que haya derechos para algunos y sumisiones para otras. La masculinidad es sinónimo de poder, dinero, no emocionalidad, racionalidad pura, éxito. Hoy sabemos que eso es una fuente profunda de displacer.
-Esa construcción está consolidada por las instituciones de la sociedad…
-Las instituciones y la sociedad lo convalidan, por eso tenemos que llevar el Lazo a todos lados. Lo primero que hacemos es escuchar a las mujeres; lo segundo, saber que la violencia está, no es que el otro es el violento: yo también me crié, me desarrollé en la sutileza de esa violencia que es una estructura cognitiva que esta naturalizada. Debemos ser concientes que criamos chicos y jóvenes desde la idea de que ser hombre implica ser superior. Eso genera (formas de agresión como) levantar la voz, poder hacer lo que yo quiero sin dar explicaciones a nadie, entrar y salir de mis situaciones cuando se me canta. Se juega en aquello de que la masculinidad se mide por el tamaño del pene o por la cantidad de mujeres que cosificás. Es complejo porque nadie nos dice lo contrario. No digo que seamos mártires, pero hay que hablar de la realidad como es.

Publicada en el diario La Tercera (abril 2010)
www.diariolatercera.com.ar

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