20 de agosto de 2010

Sobre las causas sociales e individuales de la violencia sexual

 Por Noelia Leiva

La problemática se analizó en un encuentro entre profesionales de la salud, el derecho y la educación. Sin dejar de lado las consecuencias en la víctima, los ejes se concentraron en las condiciones culturales o de incumplimiento de necesidades básicas en las que conviven algunos “ofensores”. Fue un primer paso para delinear una investigación “interinstitucional”.

Definido como un “encuentro de intercambio”, un congreso celebrado en el hospital lomense Luisa C. de Gandulfo puso el acento en los jóvenes menores de 18 años con conductas sexuales violentas. Observó las variables sociales y culturales que pueden generar o legitimar esas prácticas. Tuvo como objetivo dar un primer paso en la construcción de un corpus teórico propio y, en adelante, de equipos que aborden la problemática en el terreno regional.
Desde la naturalización de la mujer como objeto hasta la vulneración de derechos, las vías para analizar a cada sujeto “ofensor” -es decir, el que comete el abuso- son múltiples. El congreso, organizado por el Servicio de Salud Mental de la entidad sede y el Centro de Referencia del distrito, invitó a reflexionar a especialistas de la educación, la salud y el derecho. LA TERCERA dialogó con tres de sus hacedores.
-¿Las causas que llevan a la agresión sexual será uno de los ejes a analizar?
-Adrián Trezza (Jefe de Unidad de Diagnóstico y Tratamiento del área hospitalaria): Sí, para eso la prioridad es promover la desfragmentación institucional. No podemos afirmar taxativamente que hay más casos de jóvenes abusadores, pero lo cierto es que son más visibles.
-Laura Capacete (psicóloga e investigadora): Podemos pensar el tema desde lo intelectual teórico y, por otro lado, buscar una línea de intervención sobre cómo podría plantearse en la clínica y desde el punto jurídico. Quien cometió (un acto de) violencia sexual tiene que tener acotado ese accionar desde lo jurídico, pero con eso sólo no alcanza.
-Miguel Ángel Gochicoa (miembro del Centro de Referencia) Nuestra propuesta es que cada uno aporte desde distintos lugares.
-¿Hay, desde sus disciplinas, líneas en común para avanzar hacia esos objetivos?
-LC: Hay veces que se trabaja con una línea conductista que, para los que estamos acá, no es nuestro paradigma teórico sino que pensamos que estas conductas tienen que ver con cuestiones de impulsión o pasaje al acto. Queremos evitar que el joven que haya cometido un delito quede estigmatizado como un abusador porque creemos que la rotulación de un sujeto lo hace ser en el lugar en el que fue rotulado. Si un chico de 14 años tiene una conducta sexual violenta y se lo estigmatiza como un violento, probablemente va a serlo.
-AT: La representación social que existe sobre el abusador es muy fuerte y tiende a considerarlo como irreversible, cuando en el caso de los jóvenes pueden recuperarse.
-La campaña El Lazo Blanco, de varones por la equidad de género, sostiene que quienes son agresores fueron antes víctimas ¿Están de acuerdo?
-LC: Nos preguntamos no sólo cuáles son las condiciones de su vida familiar sino cuáles las macrosociales, en qué medida las condiciones sociales que tratan a la mujer como objeto promueven el abuso como práctica.
-AT: Tanto los alzos sociales como la degradación socioeconómica tienen presencia y se naturalizan modos que terminan por consolidarse como enfermedad o delito. Buscamos abordar la situación sin tener que trasvasar modelos de otros países.




 Publicado en Diario La Tercera

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