15 de abril de 2011

Andresito, o cómo contar la historia sin la mirada 'unitaria'

Un grupo de misioneros se reunió para rescatar la vida de Andrés Guazurary, un defensor de la soberanía de los pueblos de la tierra colorada en tiempos de Artigas. En vecino browniano integra ese colectivo de búsqueda. Piden que se incorpore al relato oficial la complicidad porteña sobre la devastación del norte.



Si hay un poder que interviene en el devenir popular es el de la palabra cuando es utilizada por los que tienen las armas o el dinero para convertir la historia en un relato que carga con el grillete de la hegemonía. Esa reconstrucción imparcial borró de sus pasajes la vida de Andrés Guazurary, un joven caudillo federal que, con la venia de José Gervasio de Artigas defendió la Provincia Grande de Misiones de la que la actual es sólo una porción. Un grupo de defensores de la tierra colorada se reunieron para impulsar su reconocimiento como uno de los gestores de la soberanía. Entre ellos, se encuentra un docente y periodista de Almirante Brown.
A Andresito, como lo llamaban en el pueblo sus correligionarios, lo recuerda un municipio de departamento General Belgrano que lleva su apodo y dos décadas de vida. Poco más recuerda sus luchas. “Queremos rescatarlo del olvido, del bajo fondo de la memoria”, recalcó ante LA TERCERA Eduardo Colman, el vecino que integra la cruzada, ex funcionario de su pueblo de origen y del distrito. En la elaboración de proyectos y entrevistas con responsables políticos se encuentran, mientras fortalecen el conocimiento sobre la figura en las reuniones periódicas en la Mesopotamia argentina.
-¿Qué rasgos del personaje merecen ser revalorizados?
-Su intervención en las hazañas y la lucha por la soberanía nacional. Así como (Martín Miguel de) Güemes es referente de Salta por defender las fronteras, Andrés lo es de todos los misioneros. En esto nos encontramos el historiador Daniel Larrea, Mario Mónaca, el escritor y docente de Iguazú Marcelo Moreyra, Daniel Stefani, Fausto Rizzani, Roberto Velázquez, Susana Rendón, Daniel Ricardo Roas y yo, desde Buenos Aires, junto al Centro de Residentes Misioneros (con sede en Adrogué) que hace tiempo defiende la cultura jesuítico guaranística. Pero el proyecto es todavía más ambicioso: recuperar las reliquias que están diseminadas por los museos. También en la Ciudad de Buenos Aires, como en la Manzana de las Luces, hay construcciones de manos guaraníes. Tenían su propia producción de madera, yerba mate, tabacales. Se autoabastecían. Pero ante la complicidad entre Brasil y Buenos Aires se prefirió el ataque de los Bandeirantes brasileros para perjudicar a Artigas y a Andresito.
-¿Cómo se inicia un proceso para incorporar una vida al relato sobre el pasado?
-Contando la verdadera historia, en este caso de la lucha de los guaraníes, mal llamados indios. Enfrentó a los portugueses durante años con ayuda de Artigas en su lucha por recuperar a los sietes pueblos que, como Yapeyú, pertenecen al territorio provincial. Recién mucho tiempo después tomaron la decisión de reconocer a Misiones como provincia (el proceso comenzó en 1881), cuando los guaraníes fueron asesinados, llevados como esclavos a Brasil, a casas pudientes de Corrientes y Buenos Aires. Otros tuvieron que esconderse por miedo a morir.
-¿Podría considerarse que fue un registro ‘unitario’ de esa parte de la historia y que se conserva?
-Hay muy poco conocimiento. Hay personas que dejaron lo mejor de su vida como Ramón Ayala y Vicente Cidades. Por ejemplo, nuestra tierra es chamamé pero también es el guialambao. Hoy los hijos de este lugar están escondidos por San Ignacio, Santa María, Iguazú; venden sus artesanías, son avasallados. Al momento de destierro de los jesuitas en 1767 tenían una estructura que competía con las mejores ciudades de Europa, por eso permitieron que se silenciera. En el caso de Andresito, no se cuenta que en 1801 los portugueses invadieron y lo tomaron como prisionero (en 1820) en la isla Das Cobras. Según algunos historiadores, quedó en libertad un año porque ya no era considerado peligroso sin Artigas y después habría sido envenenado o apresado, pero los restos nunca fueron ubicados. Su único monumento está en la entrada de Garupá, a 40 kilómetros de las ruinas de San Ignacio. La primera fábrica de instrumentos musicales, la primera imprenta estuvieron en Misiones y todo fue destruido con el silencio cómplice de Buenos Aires, porque el 9 de julio 1816 Argentina se declaraba independerte pero el saqueo se produjo entre 1820 y 1821 ¿Acaso no pertenecía al país?

Por Noelia Leiva

Publicado en La Tercera del 14 de abril de 2011

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