20 de enero de 2011

"Si es difícil ser mujer hoy, mucho más si vivís con VIH"

Por Noelia Leiva

Lo planteó una de las responsables de un informe que investigó sobre la vinculación de las jóvenes y adultas que conviven con el virus y los profesionales que las atienden. Muchas denunciaron que no reciben información sobre la patología, los efectos de su medicación ni las formas de evitar la transmisión. “La falta de tiempo y compromiso” como causa de la desidia.

Como el adulto que reprende a un niño en el nombre de la autoridad que le asigna el paradigma que pone a los chicos y las chicas al nivel de un ente ‘incivilizado’. Como la dominación de los varones hacia las mujeres, una estrategia para no compartir el poder. Así, la vinculación entre pacientes y profesionales de la salud puede ser igual de asimétrica que otras relaciones verticales si el galeno se sube al pedestal del único detentor del saber. Según el último informe elaborado por la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH/Sida, el 63 por ciento de las sujetas que conviven con ese virus tiene una “mala relación” con sus médicos.
La desigualdad puede vestirse con los trajes del prejuicio. En los consultorios, hay especialistas que siquiera revisan a las que solicitan la consulta porque “todavía relacionan (la patología) con la promiscuidad o el uso se drogas”, denunció ante LA TERCERA María Eugenia Gilligan, responsable de la segunda investigación de la entidad con sede en la Ciudad de Buenos Aires. Para llegar a sus conclusiones, consultaron a 30 sujetas del Conurbano bonaerense, Rosario, Córdoba y el territorio porteño.
Si la falta de información confiable transforma lo desconocido en amenaza, la brecha de conocimiento que aleja a quienes tienen acceso a la educación y quienes no favorece la demonización del cuadro sanitario. De ser un ‘grupo en riesgo’, es decir, un colectivo que requiere un cuidado extra para su salud, pasan a ser “personas de riesgo para los demás”, planteó el documento de la institución.
El “estigma” vence las fronteras sociales y traspasa el límite de lo privado porque “en muchos casos son excluidas por sus familias y otras se autodiscriminan”, es decir que “se aíslan, cuando se higienizan se lavan con lavandina, están temerosas de tener relaciones sexuales o de formar nuevas parejas”, explicó, por su parte, Marina Dátola, la encargada de llevar adelante las consultas en Lomas de Zamora, Lanús y Almirante Brown. “Si es difícil ser mujer en esta sociedad, mucho más si vivís con VIH, porque sos excluida”, reprochó.
El estudio -denominado “Im-pacientes II” en oposición a la asignación de la ‘pasividad’ a los y las que solicitan un diagnóstico sobre su organismo- reveló que el 80 por ciento de las participantes no fue notificado sobre las características y posibles efectos adversos de su medicación, mientras que el 77 por ciento aseguró que nadie con guardapolvo blanco les contó sobre las vías de transmisión y los métodos para evitarla.
Sin embargo, la opción de cambiar de médico o médica o de elevar la queja por las falencias en la atención no es tenida en cuenta por la mayoría de las jóvenes o adultas que conviven con la enfermedad. “Hablar libremente de lo que les pasa en estos temas tan delicados, como la sexualidad, a las mujeres con poco acceso a la información les da miedo, (temen que) si hablan de más el servicio de su hospital no las atienda”, describió Gilligan.
El dedo inquisidor societario sobre sus decisiones también pretende recortar la elección de las individuas sobre la maternidad, porque hay especialistas que frente al pedido de asesoramiento para planificar la gestación de un hijo devuelven un “no podés, vas a traerlo para sufrir”, reprodujo la coordinadora del informe a partir de los testimonios obtenidos. Y si no quieren llevar adelante un embarazo, también encuentran resistencia al solicitar pastillas anticonceptivas o dispositivos intrauterinos porque “creen que no van a usar más preservativo”.
Según la experiencia de Dátola, hay explicaciones para la distancia que sostiene un sector de los repiten el juramento de Hipócrates: “Para algunos hospitales es una cuestión de tiempo porque están desbordados y en otros lo que falta es compromiso”, planteó. Para lograr la “sensibilización” del cuerpo médico y ahondar en el empoderamiento de las sujetas que viven con el virus, la Red organiza grupos de consulta y contención que, en la zona, tienen escenario en los centros sanitarios públicos Luisa Cravenna de Gandulfo, de Lomas; el lanusense Evita y el Arturo Oñativia, de Rafael Calzada.


Publicada en La Tercera del 20 de enero de 2010

http://www.diariolatercera.com.ar/detalle.php?articulo=Si-es-dif%EDcil-ser-mujer-en-esta-sociedad,-mucho-m%E1s-si-viv%EDs-con-VIH&tipo=1&documento=7127&sistema=diarios

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