14 de enero de 2011

Mujeres que viven con VIH: 'pacientes' de la indiferencia


Por Noelia Leiva

Los profesionales se ubican en el lugar del saber. Pero no explican. A veces, ni siquiera revisan a sus pacientes porque todavía asocian al virus con “la promiscuidad o el uso de drogas”. Y si ellas planifican su maternidad, no falta quienes le presagian para sus hijos o hijas un destino alejado de la buena salud. Así lo rescató el último informe elaborado por la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH-Sida.

Patriarcado: red invisible que pretende organizar el destino de las personas según su género, con privilegio del masculino, al que corona como detentor natural y anacrónico de la dominación. Ese detrás de escena social no es ajeno a la esfera sanitaria, donde ni siquiera la intimidad es entendida como potestad de las sujetas. El lugar de poder ejercido por el médico, es, en ocasiones, el pedestal del que son expulsadas las ‘pacientes’, ya cautivas desde su definición semántica. Por eso, el 63 por ciento de las mujeres que viven con VIH en la Ciudad de Buenos Aires, el Conurbano bonaerense, Rosario y Córdoba manifiesta tener una "mala relación"con su especialista de cabecera.
Así lo develó el último informe que elaboró la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH-Sida (Ramvihs), el segundo de la institución. De las 30 entrevistadas, 23 reconocieron que los galenos a los que consultan "no están nada interesados en su situación socioambiental", de modo que diagnostican sus casos a partir de la reducción del ser a una de sus partes. A veces, ni siquiera acceden a revisarlas. "Todavía nos encontramos con prejuicios personales que relacionan al virus con la promiscuidad o el uso de drogas", cuestionó María Eugenia Gilligan, coordinadora de la investigación.
Las fronteras de lo privado parecen apenas bambalinas. "Una tiende a decir ‘en quién confío’ y cuando vas al Servicio de Salud rompen la confidencialidad con carteles gigantes en la historia clínica (que dan cuenta de esa afectación en el sistema inmunológico) o comentan entre las enfermeras o el personal de limpieza", describió la referente. "Esta patología está tan relacionada con lo sexual que una espera un poco de contención", planteó. Sin embargo en el consultorio la recepción puede tornarse adversa.
Según 'Im-Pacientes II', como denominaron al análisis, el 80 por ciento de las consultadas no recibe información sobre las características y efectos secundarios de la medicación, otro factor para que los pasos de ellas sean tan largos como el oncólogo, depositario del saber, lo permita. Sólo tres puntos porcentuales menos de ese conjunto asegura que los profesionales nunca les contaron acerca de las vías de transmisión y la formas de prevenirla. 
"La imposición verticalista del médico, maltratos y amenazas redundan en la no adherencia de las mujeres por períodos prolongados", reza el informe. Algunas desconocen que pueden realizar una interconsulta o cambiar de centro sanitario para atenderse si no están conformes con los resultados. Otras, temen que como represalia a denunciar la situación deficitaria que atraviesan les cierren las puertas, sobre todo cuando no poseen recursos para costear el tratamiento en espacios privados.
El condicionamiento económico las lleva a soportar largas filas para solicitar turnos, retirar los remedios o ser atendidas, tanto que esa "burocracia" para alcanzar las respuestas es identificada por la Red como otra forma de discriminación -en el marco de ámbitos sanitarios desbordados- donde hasta el mismo personal administrativo asume el escalón del ‘mandamás’ para con quienes esperan recibir un diagnóstico.
La Ley Nacional de Sida (23.798) erradica la estigmatización como filtro para las relaciones personales y laborales hacia quienes deban tratarse por la enfermedad del lazo rojo, así como habilita un "registro nacional de infractores" para los que dañen la dignidad de esos ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, el faltante de herramientas informativas legitima la relación "asimétrica" -en términos de la evaluación- entre las mujeres y sus curadores, próxima a las charreteras que el modelo tradicional de familia da a los adultos por sobre los niños y que el marco machista deposita en el varón.

"Vas a traerlo para sufrir"

Los cristales patriarcales se encargaron de ver los cuerpos femeninos como medio para ‘dar a luz’ a los hijos, preferentemente hombres. A las dueñas de ese físico se les asigna la función social de madres, no como elección sino en tanto sinónimo de pertenecer al mujerío. Las que conviven con el virus ni siquiera pueden contar con ese espacio finiquitado, según juzgan una porción de los herederos de Hipócrates. "Cuando decís que querés tener un bebé, te contestan ‘No podés. Vas a traerlo para sufrir'", describió Gilligan, a partir de los diálogos registrados entre las participantes.
Un tratamiento que controle la carga viral y la profilaxis adecuada hacen abundar a las posibilidades de que la descendencia no presente el mismo cuadro médico que sus madres. Mientras no deseen quedar embarazadas, la norma 25.673 que creó el Programa de Salud Sexual y Reproductiva les garantiza el acceso a anticonceptivos del tipo que elijan, pero nada más que el 20 por ciento de las consultadas lo saben.
En el caso de pedir pastillas o un Diú (Dispositivo Intrauterino), "se niegan porque creen que si usas eso no te vas a cuidar con preservativo y vas a ir desparramando el virus de cama en cama", disparó la representante de la institución. Por eso, el norte de la ONG es "instalar el tema en la agenda pública, sensibilizar" el abordaje horizontal y claro de la temática para todas y todos.

La palabra justa

‘Portadora’ o ‘contagio’ son términos que la Ramvihs descartó de su lenguaje. Es que el conocimiento de algo empieza cuando puede ser nombrado. "Hace 20 años se hablaba de mal incurable, hoy es una enfermedad crónica por la cual se toman todos los días medicaciones", ancló la responsable de la investigación. "Todas las personas son sanas, algunas viven con VIH", subrayó. 
Por eso, sostener que una persona ‘contagió’ a otra es etiquetar a un culpable. La transmisión ('vertical' si se produce en el vínculo madre-hijo) es el término correcto, libre de voluntad. Tampoco recomiendan adoptar la categoría 'grupo de riesgo' porque puede invertir la carga de la prueba para convertirse en 'peligro' para los demás, en lugar de sujetas con su salud amenazada si se interrumpe el tratamiento. 
Para las entrevistadas, hablar de Sida resulta un camino espinoso, sobre todo cuando tampoco encuentran comprensión en su entorno afectivo. Ahondar en sus sensaciones fue posible en el estudio tras generar un lazo de confianza con quienes hicieron las preguntas, también convivientes con el virus. La entidad capacitó a algunas de sus miembras para invitar al diálogo. Las que dieron su testimonio fueron amas de casa, trabajadoras desocupadas, empleadas domésticas, meretrices, pensionadas, docentes y artesanas, de 18 a 58 años y de todos los estados civiles.

Más información:
http://www.ramvihs.org.ar/home.htm


Publicada en Artemisa Noticias el 14 de enero de 2010

http://www.artemisanoticias.com.ar/site/estudios_detalle.asp?id=61&idnota=7322

13 de enero de 2011

10 de enero de 2011

La "esperanza" tiene casa nueva

El hogar que recibe a chicos y chicas que conviven con VIH se mudó a su sede propia, en la que comenzó a trabajar hace cinco años, tres menos de los que lleva en funcionamiento. Más espacio para jugar y desarrollarse acompaña la propuesta de la organización: información para “fortalecerse” y tomar sus propias decisiones. En su flamante vivienda también necesita del acompañamiento solidario.

“Nuestro mensaje es la esperanza”, sintetiza Silvia Casas cuando debe describir la razón de ser de MANU, el hogar de niños, niñas y adolescentes que viven con VIH, cuyas siglas retoman la autodefinición: Mucho Amor Nos Une. Luego de ocho años en marcha, comenzaron la mudanza hacia su sede propia, en Monte Grande. Un espacio donde cada persona tenga más posibilidades de jugar y ser cuidada, de acuerdo a sus necesidades.
Weiman 670 es, finalmente, la dirección en la que ya reciben a los chicos y chicas que, más que con una enfermedad, llegan con la carga que la sociedad puso sobre sus espaldas sin pedirles permiso. La organización se encarga de que tomen sus medicamentos, realicen sus estudios y descubran su ‘yo’, ajeno a los estigmas. De acuerdo a sus edades, se les acerca la información para que sepan de sí y puedan conectarse con quienes deseen.
A la flamante vivienda llegan tras cinco años de trabajo voluntario, en el que contaron con donaciones de vecinos, empresas y ayudas de organismos gubernamentales. Del departamento que la familia Díaz Morales les había cedido en comodato, lograron un lugar con capacidad para 18 huéspedes, con habitaciones diferenciadas para bebés, nenes y adolescentes, una sala donde alojar a algún residente cuando presente un cuadro que pueda afectar a los demás, como varicela; un cuarto para los ayudantes, otro para almacenar los remedios y la atracción central: un fondo listo para ser el escenario de los juegos.
Los 12 habitantes del hogar, de 8 meses a 20 años, participan de un “trabajo profundo” que persigue el objetivo de permitirles “estar fortalecidos primero y después poder explicarle al otro su condición de persona con VIH, que es otro modo de vida, no sinónimo de muerte”, planteó Casas, coordinadora y fundadora de la institución, en diálogo con LA TERCERA.
Es que merced al equipo de profesionales y al reconocimiento que MANU supo ganarse, la atención del cuadro clínico no presenta imprevistos por fuera de los márgenes de cada diagnóstico, pero “lo más difícil de superar son los factores agregados, el estado de abandono en sus primeros años de vida”. Para acompañarlos en el camino de crecer, hay quienes concurren ad honorem para cocinar, ordenar y dar apoyo escolar, entre otras actividades.
También, hay grupos vinculares que deciden dar un paso más y se ofrecen como padrinos, de modo que, luego de una entrevista con el equipo directivo, pueden invitar a un niño a su residencia por un fin de semana, para que el pibe sienta una clase diferente de encuentro afectivo del que recibe de sus pares y miembros de la entidad.
“Lo que les pasa a ellos es porque sus padres no supieron (que se podía prevenir la transmisión del virus), pero pueden hacer cosas mejores. Por ejemplo, si deciden tener hijos, les decimos que con un tratamiento y profilaxis (sus descendientes) pueden ser sanos”, explicó la referente, que no dejó de hacer hincapié en la importancia de multiplicar la información comprometida con la salud sexual y reproductiva desde la infancia, de acuerdo a la etapa madurativa de cada sujeto.

Por Noelia Leiva

Publicado en La Tercera del 10 de enero 

http://www.diariolatercera.com.ar/detalle.php?articulo=La-esperanza--tiene-casa-nueva&tipo=1&documento=7030&sistema=diarios

4 de enero de 2011

“El cultivo es nuestra trinchera”

Por Guillermo D’Ambrosio y Noelia Leiva

Son una veintena de hombres y mujeres del sur del Conurbano bonaerense. A “pura pasión” dedican sus manos al cuidado de la planta a la que le ofrecen sus loas: la marihuana. Defienden su uso recreativo y medicinal. Impulsan el autocultivo como vía de erradicación del narcotráfico y una puerta de acceso a una vida más sana, en contacto con lo natural. Quieren que sus derechos se respeten de raíz, por eso piden la despenalización de la tenencia simple, en ajuste a recientes fallos judiciales.

“Yo tuve la mejor flor, la mejor de la planta más dulce. Mejor no hablar de ciertas cosas…” ¿Mejor no hablar de la ‘flor más dulce’? Mejor, sí hablar. En contradicción con el reflejo del modo más común de tratar los temas ‘tabú’, cristalizado por Sumo en 1985, el personaje de Peter Capusoto y sus videos hallaba referencias a la marihuana en casi todo el cancionero popular argentino: “Está hablando del ‘faso’”, aseguraba con genuflexión excitada mientras señalaba el grabador portátil que reproducía el track. Más cercanos al chico del sketch que al fausto del rock argento, los y las integrantes de la Agrupación Cannabicultora de Zona Sur (ACZS) creen que es positivo fomentar una cultura, que es conveniente divulgar ‘ciertas cosas’. Su interés, en este caso, tiene tanta Historia como historias en su derredor. Se trata de la autoprovisión de esa hierba.
El grupo, cuyos referentes serán nombrados en el correr de este artículo con pseudónimos, consolidó su activismo en ese cónclave del Conurbano bonaerense como una rama de la Coordinadora de Agrupaciones Cannábicas, una red de productores que hace años propulsa desde Mar del Plata el fin de la estigmatización de los cultivadores, mientras fomenta la reducción de daños por el empleo de la planta, ya sea para fines recreativos, culinarios o terapéuticos.
Su mirada reivindica al cultor -en la acepción más extensa del término- de la ‘chala’ por sobre el usuario de THC (Tetrahidrocannabinol), la sustancia que produce los efectos orgánicos atribuidos a la ‘tuca’. No obstante, reconoce al ‘uso’ por encima del ‘consumo’, ya que el colectivo denosta el hábito social de reducir todo a objetos que pueden ser comprados: el encuentro verde no es un vínculo mediado por la demanda y la oferta sino la legítima dote de cada adulto o adulta de cosechar los frutos de su esfuerzo privado y aplicarlo sobre sí en el modo que desee. “El cultivo es nuestra trinchera”, enfatizaron desde la red, a modo de definición de su identidad.
Todo ello, se ampara en un constructo legal internacional que en la contemporaneidad restringe el supuesto peligro de esa actividad contra la salud pública y desacredita su rol perturbador del orden en cantidades exiguas.
Pese al salto jurídico, en el imaginario colectivo perviven prejuicios que motean a quienes comparten un cigarrillo de esa flor como ‘adictos’, ‘enfermos’, ‘delincuentes’ -en tanto sujetos que actúan en presunto conflicto con la Ley- o simplemente ‘drogones’; todas ellas, formas de entendimiento del fenómeno a todas luces muy distanciadas de los nodos de gestación de ese quehacer.
Según una quincena de ellos que recibió a LA TERCERA en el asado de despedida del 2010 realizado en un chalet de la lomense ciudad de Banfield, la práctica hortícola estimula un “contacto con la naturaleza”, el retorno a un ritmo de vida en el que las cosas “no se pueden acelerar” y contribuye a lograr un provecho sano y “responsable” de la marihuana. Pero, incluso, sus testimonios encierran una mordaz crítica al circuito “mafioso” de las verdaderas ‘drogas’ psicoactivas -tanto en sus versiones prohibidas como legales- y a algunos abusos individuales convencionalmente aceptados, como el tabaquismo o alcoholismo.
Su militancia se divide entre sativas e índicas, manojos de cogollos y esquejes, cannabinoides y compost de lombrices californianas y revive en las reuniones que sostienen regularmente, en las que fundamentalmente se definen andariveles de acción que pueden tener un carácter más comunitario, con actividades abiertas de formación o solidarias, y otro específico, constituidos por talleres de sembrado y preservación del cáñamo, movilizaciones en defensa de usuarios criminalizados por la Justicia y manifestaciones en pos de la despenalización de la tenencia simple.

Más información, menos daños

La percepción del daño, como toda puesta de cada quien frente al mundo, puede teñirse de matices subjetivos. Sin embargo, cuando las heridas son sociales, las consecuencias negativas sobre las personas se marcan como grietas. Para la ACZS, la potenciación del conocimiento sobre el autocultivo de cannabis reduce las afecciones sobre el organismo por la injerencia de técnicas naturales de siembra pero, también, la propia provisión recorta el campo de la compra amparada por el narcotráfico.
“El transa es una víctima más, se encuentra en una circunstancia de carencia en la que termina por seguir al rebaño, (se convierte en) una herramienta del sistema”, analizó Charly en la ronda con sus compañeros y compañeras de la agrupación que está en marcha hace cinco meses. Los sureños critican la utilización de los y las que buscan la marihuana por parte del poder que tiñe de impunidad al mercado clandestino. Así, sin una ley que reconozca que sumergirse en la ambrosía del cogollo es una decisión individual a respetar, se perpetra “la coerción sobre los consumidores y pequeños revendedores, que forma parte de la caja chica de las comisarías junto con la prostitución o el juego clandestino”, concordaron los integrantes del colectivo en sucesivos post en el foro www.plantate.com.
El detrás de escena comercial marca los límites de lo culturalmente aceptado -según la entidad- porque también refuerza el estigma de ‘delincuente’ y ‘adicto’ de los productores: es más fácil instalar la alarma sobre lo eventualmente peligroso mientras se favorece la venta por los caminos que no miran los magistrados, que aceptar que cada quien puede hacer uso del vegetal sin que se convierta en un ‘vicio’ ni afectar a terceros y destruir el negocio que retroalimenta la prohibición.
Tener una o algunas plantas en el fondo de casa también resta posibles perjuicios en el cuerpo, en tanto se eliminan químicos (pesticidas, fertilizantes y demás frasquitos empleados por los intermediarios) en el ciclo natural de la hierba y se logra tener control sobre el proceso de disecado y molienda artesanal de la flor, a diferencia de los cigarrillos vendidos que pueden incluir residuos, describieron los miembros de la institución. Entre ellos y para los que se acercan, las macetas se regalan; ningún elemento se troca por dinero.
La autogestación de la presencia verde también evita que los usuarios y usuarias deban ir a comprar a zonas en situación de vulnerabilidad que se convirtieron en terreno vigilado por los encargados del negocio, donde pueden generarse “situaciones de inseguridad”, sostuvo la agrupación.
“No podemos atacar al que vende pero sí ayudar al que compra” a conocer alternativas más saludables para abastecerse, consideró Gabriel. Sus compañeros subrayaron que para lograrlo debe darse el acceso horizontal y público a la información libre de prejuicios, para que, nuevamente, sea cada persona la que decida cuáles son sus propias fronteras entre lo conveniente y lo rechazable. Para ello, organizan los cursos de autocultivo y comparten datos en www.vocerosdelsur.blogspot.com.

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“Tierra, agua y pasión”

Unas mandarinas, una heladora con cubitos y una jarra de agua estaban listas para ser empleadas para satisfacer el apetito o la sed, en el mismo patio donde la charla se hacía de a muchas voces, alrededor de los plantines. El escenario representa la elección de vida que la ACZS promueve: alejarse de productos artificiales, tanto que la práctica del autocultivo termine por poner distancia de otras sustancias penalizadas, como la cocaína, o aceptadas socialmente, como el tabaco.
“Tengo que esperar que crezca, tiene sus tiempos. Eso te baja la ansiedad, aceptás el ritmo natural”, describió Juan, sobre su experiencia en la huerta. La preocupación por los beneficios del sol y la sombra para el crecimiento y florescencia lleva a los hombres y mujeres que los promueven a adoptar una “filosofía” cada vez menos próxima a los riesgos en la propia salud, en ocasiones con sensaciones de mejoras clínicas. Dedicación y observación se ponen al servicio de la creación de lo que luego podrá convertirse en un cilindro irregular cubierto de papel para ser fumado, pero también en brownies, pizzas o panes incorporados a la cocina cotidiana.

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Cosa juzgada

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 de Rosario, Santa Fe, rechazó el 30 de agosto de 2007 un recurso de nulidad interpuesta por la defensa de Sebastián Eduardo Arriola y el planteo de inconstitucionalidad del segundo párrafo del artículo 14 que compone la ley 23.737. Es sobre esa parte de la norma que las diputadas de Libres del Sur Victoria Donda Pérez y Cecilia Merchán impulsan una derogación. Esa “es la base estructural mediante la cual la Ley de Drogas criminaliza sistemáticamente a los usuarios, ya que los obliga a demostrar su inocencia una vez sometidos al proceso penal”, adujo la cordobeza.
La causa sentó un precedente en torno de la despenalización de la posesión simple luego de atravesar todos los estamentos apelatorios y arribar a la Corte Suprema de Justicia: en 2009, sus ministros afirmaron que “no se había acreditado que su conducta hubiese afectado de alguna forma a la salud pública” y que “era inadmisible una sanción” porque se fundamentaba en un “resultado” -la presunta afectación- que no había sido debidamente constatado.
Así, el debate en ciernes tuvo ayer una nueva actualización de la mano de los camaristas Jorge Ballestero y Eduardo Farah, de la Sala Primera de la Cámara Federal. Fue en favor de un joven que terminó preso por fumar un ‘porro’ en una calle del barrio porteño de Chacarita, hace dos años. El veredicto ratificó que es “inconstitucional” el articulado que reprime el consumo personal de escasas cantidades y que le cabe punibilidad a ese acto sólo cuando es realizado con “ostentación y trascendencia” de modo tal que tenga implicancias en terceros.
Desde la ACZS, Anahí afirmó que es sustentable una mirada sobre la cultura cannábica que exceda el abstencionismo, es decir, la prohibición del recurso como estrategia para evitar el tráfico ilegal de sustancias, desplazar su condena hacia aquellos químicos que sí son lesivos para el organismo social. “Primero hay que generar un cambio normativo, luego el cambio social se va a dar naturalmente”, estimó.


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¡Qué bonita vecindad!


Eduardo y Mariana tenían como vecinos de su casa en La Plata a algunos “fumones”, como los llamaban antes de conocer el arco iris cannábico. Además de usuarios, ponían pala y manos a la obra para cultivar las plantas que les daban las flores que les daban el THC. Entonces se animaron: colocaron un esqueje en su fondo y empezaron a dedicarle su tiempo, aunque regalaban cada cogollo a sus colindantes. Cuando se juntan con sus pares del colectivo, ella prefiere no fumar, aunque sí utiliza en su hogar el picadillo disecado disuelto en aceite o manteca para amasar. Él se prende un faso cuando tiene ganas. Ambos juraron que ya no descuidarían jamás su huerta.

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Amores verdes

Francisco, el marido de Manuela, se inclinó por la perspectiva verde hace años, casi tantos como los que dedica a la proliferación de compost de lombrices. Tiempo después, su compañera eligió sumarse al autocultivo y uso. La vinculación con la marihuana, aseguró, le devolvió energías porque disminuyó los dolores provocados por su convivencia con el VIH, cuando siquiera la morfina podía ayudarla. El ambiente relajado y afectivo que construyeron en la agrupación también colabora con el bienestar. La mujer llevó al grupo el debate sobre la posibilidad de “dar la cara” al comprometerse con el activismo para impulsar el cambio de paradigma jurídico y social.


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Arresto domiciliario


El cuádruple femicida Ricardo Barreda podría quedar en libertad la semana próxima si prospera un amparo judicial. Aún sin juicio, en similar condición está un cultivador quilmeño de 45 años que fue apresado y confinado a cumplir arresto domiciliario mientras aguarda ir al estrado. La casa del hombre fue allanada en condiciones de dudosa legitimidad por la policía local que encontró 35 ejemplares de cannabis sativa, de la subespecie lineo, que emplea para sobrellevar su afección al VIH, es decir, su consumo “es medicinal”, aseguran desde la ONG, que ya marchó en dos oportunidades por su caso.
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Profundo respiro

Cuando lo conocieron, Pablo era un joven que se destacaba por dos cosas: su robustez y sus intermitentes aspiraciones de un nebulizador que le abría los bronquios para respirar pese a su asma. La segunda condición poco a poco le ganó a la primera. Entonces descubrió que cerca de los almácigos de su amigo, el cultivador que integra la agrupación, el alivio venía también cuando inhalaba lo que él dejaba flotar en el ambiente. Ese olor acre pero penetrante le hacía ganar una autonomía que le permitió hoy abandonar las intermitentes ‘pitadas’ al aparato.

Publicado en La Tercera del 4 de enero de 2011


http://www.diariolatercera.com.ar/detalle.php?articulo=El-cultivo-es-nuestra-trinchera&tipo=1&documento=6988&sistema=diarios

2 de enero de 2011

Que piensen menos por nosotrxs y más en nosotrxs.
Que existan palabras que hablen de todxs y que no sea sólo una palabra la inclusión.
Que nadie compre la libertad de otrx ni venda sus elecciones al mejor postor.
Que lo distinto sea una invitación a crecer.
Que las construcciones se hagan en conjunto y los abrazos se multipliquen.



Feliz 2011

Noelia



29 de diciembre de 2010

“Los pibes a veces ‘existen’ porque cometieron un delito”

Por Noelia Leiva

Lo advirtió la directora del Centro de Referencia del Departamento Judicial de Lomas de Zamora que recibe a chicos y chicas menores de 18 años que cometieron delitos. Atiende casos de seis distritos. El equipo entiende que el conflicto con la Ley es generado como una “crítica” a la sociedad, una expresión de una necesidad insatisfecha, de un derecho vulnerado. De los hechos punibles, sólo el 4 por ciento fue llevado a cabo por niños o adolescentes hasta 16.

Frente a cada uno de los y las jóvenes que llegan al Centro de Referencia del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, el objetivo de su equipo es facilitar una “inserción plena” en el contexto social de esos adolescentes que cometieron algún delito. Encarnan una alternativa a las medidas clásicas de privación de la libertad, desde una mirada integral de los individuos. Las historias de cada quien, sus deseos, la lectura de la sociedad de consumo y la inequidad como algunas de las claves para el abordaje.
Las experiencias de los tres representantes del grupo de trabajo que dialogaron con LA TERCERA -la directora del espacio y trabajadora social Jorgelina Camiletti, la psicóloga Agustina Romero y el operador comunitario Alberto Gallini- convergen hacia una mirada que borra la culpabilidad de la juventud para hablar de responsabilidad, sin dejar de entender el conflicto con la norma penal como una consecuencia de la vulneración previa de derechos. Reciben a pibes derivados por los jueces de Esteban Echeverría, Ezeiza, Almirante Brown, Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda.
-¿Desde qué paradigma se posicionan en el trabajo con los jóvenes?
-J.C.: Nuestro paradigma es el de la promoción y protección de los derechos de los chicos, a partir de la ley 13.634 que no puede pensarse fuera del marco de la 13.298. Nos abocamos a la responsabilidad de los pibes.
-A.R.: Su espíritu es que el joven llega a cometer un delito porque tiene algún derecho vulnerado. A partir de la intervención judicial, se restituye. Como organismo ejecutor de la ley, recibimos al chico, hacemos una evolución psico-social y de su entorno. Buscamos construir junto al pibe una inserción social plena, porque la que tenía en algún punto fue deficitaria.
-¿La institucionalización de los jóvenes es la última medida?
-J.C.: Este dispositivo es una alternativa a eso. Consideramos que el pibe es privado de la libertad en diferentes formas. En los Centros de Contención, por ejemplo, porque está por una orden del juez. Por más que no tengan rejas, está ahí contra su voluntad. Los que vienen al Centro de Referencia también lo hacen obligados porque es una decisión judicial. (N.de R.: De los 180 varones y 7 chicas que se derivan al espacio, sólo 40 no cumplen con las pautas dadas por los profesionales).
-¿Qué importancia tiene la palabra de los jóvenes en los encuentros?
-A.R.: Considero que llegó a su situación porque no tomó las mejores decisiones por sí mismo. Dejar que decida tiene que ver con una ausencia porque si todavía no es mayor de edad es porque no tiene una total autonomía. Muchas veces los padres resaltan que le dieron libertad y los traicionaron, cuando lo que necesitan es tener al padre o la madre normándolos, además de darles afecto.
-J.C.: A los pibes se los escucha pero también deben escuchar porque tienen que entender por qué están acá, que somos un equipo de trabajo que les va a dar herramientas para que puedan seguir adelante. Pensaba en qué lugar tienen los chicos: el ‘no lugar’, porque no pertenecen a ningún lado y, lamentablemente, a veces ‘existen’ porque cometieron un delito.
-A.G.: En su mayoría no fueron escolarizados o la última vez que fueron a la escuela tenían 12 años. Empezaron en otra y los echaron. Lo bueno de las medidas alternativas es que siguen con sus familias, en el barrio, por eso también debe haber modificaciones en su entorno.
-¿Cuán crucial es la relación con el grupo vincular?
-A.R.: Los atravesamientos familiares, sociales e institucionales son determinantes. Para la  promoción de los derechos del pibe también debemos hablar con la familia para que pueda hacer un reordenamiento. Es muy común que un padre diga ‘yo no crié a mi hijo para esto, yo le hablo’. Lo primero que decimos es ‘¿lo escucha? ¿su hijo habla?’. El chico siempre va a volver al ámbito familiar y es ahí cuando debe haber una reformulación. Queremos transmitir un modelo vincular donde exista diálogo y acuerdo.

“Los derechos del victimario fueron vulnerados antes”

-Si pudieran sintetizarse las causas que llevan a que un chico efectúe un delito, ¿cuáles serían?
-A.R.: En lo biológico, están los problemas en la nutrición que hacen que el chico no desarrolle bien su sistema nervioso, no maneje bien sus impulsos. Por otro lado, la (falta de) seguridad de recursos para mantener sus necesidades, que repercute en cuestiones anímicas del pibe y sus padres, al no sentirse con el poder de satisfacer las necesidades de sus hijos. Se ve una madre narcisista, sobreprotectora, omnipresente, con dificultades para establecer un vínculo estable. El padre suele estar ausente, si no es en figura lo es emocionalmente. Hay conflictos no resueltos entre los padres que el chico recibe y pone en escena. Suelen ser jóvenes sobreadaptados porque se adecuan a un ambiente hostil cuando no tienen las estructuras de pensamiento necesarias para hacerlo. Hay problemas que tienen que ver con la autoestima de los chicos para construirse una realidad, un futuro. En la adolescencia todo tiene una inmediatez. Se agrupan con sus padres para satisfacer necesidades urgentes. La sociedad del consumo lo favorece. Los chicos no quieren ir a la escuela para tener un proyecto a futuro, quieren plata ya y si no consiguen trabajo van a buscarla de otra manera. Esto no siempre tiene que ver con que tengan hambre, eso también es un prejuicio. Quieren acceder a lo que ven que otros pueden tener. Como todo el mundo, quieren pertenecer.
-¿Se relaciona con el ‘tener’?
-A.R.: Sí, es la sociedad del tener más que del hacer. También, como otras causas, hablamos de padres con problemas de alcoholismo que los chicos muchas veces reproducen. Hay cultura en la familia relacionada con la transgresión de las normas, que no necesariamente implica el delito y la violencia pero el chico termina por tomar esa posta. También vemos padres que se sienten mermados en su rol, por ejemplo, por tener alguna discapacidad. Esto les repercute anímicamente por no poder cumplir el modelo hombre-macho-proveedor, ni construir otro. Los pibes necesitan desarrollar formas alternativas a la verbal para expresar su problemática. Con su accionar, le ponen el cuerpo a una crítica bastante fuerte a lo que somos como sociedad.
-J.C.: Entonces los pibes no nacen chorros o malos. Son un producto de esta enumeración, de la inequidad. Es más fácil mostrar un joven que cometió un delito que a quince adultos que hicieron lo mismo. Sobre el 100 por ciento de los delitos, sólo el 4 está cometido por menores de 18 años.
-¿Eso echa por tierra que bajar la edad de imputabilidad reduciría la cantidad de delitos?
-J.C.: Tenemos una ley que dice que los jóvenes que pueden ser punibles tienen que tener entre 16 y 17 años pero en la provincia de Buenos Aires hay jóvenes de 14 y 15 años privados de la libertad porque la misma norma (la 13.634) en su artículo 64 permite que un juez institucionalice a un joven no punible bajo la categoría de ‘seguridad’. Crearíamos lugares para encerrar a los chicos cada vez más niños y no es la solución. Es más profundo
-A.G.: Hay que fortalecer a los Servicios Zonales y Locales.
-A.R.: Y la prevención primaria del delito. Dicen ‘entonces hay que defender los derechos del asesino o el victimario”: los de la víctima siempre están más defendidos por la sociedad en su conjunto, los del victimario se suponen vulnerados mucho antes de haber cometido el delito, que es una consecuencia de esa vulneración previa.
-J.C.: Es un mito que ‘no pasa nada’, que ‘entra y sale si es menor de edad’. En la provincia, hay 490 pibes privados de la libertad y 2.700 con medidas alternativas.

Publicada en La Tercera del 28 de diciembre de 2010

La casa del vecino Norberto que se llamaba Rodolfo

Por Noelia Leiva

La periodista local Patricia Serrano se presentó como testigo en la causa por crímenes de lesa humanidad en la ESMA a partir de una investigación realizada sobre la última vivienda de Rodolfo Walsh. Está ubicada en el barrio El Fortín del distrito. Allí el escritor vivió durante tres meses con un nombre falso. En ese lugar también escribió la Carta a la Junta Militar. De ese hogar lo secuestró un grupo de tareas. Treinta y tres años después un juicio avanza tras los nombres de los culpables.
                                                             
“Por tres meses, Freyre fue otro vecino del barrio. La casa la compró con el mismo documento que había utilizado para escribir Operación Masacre, cuando por primera vez sintió la urgencia de una identidad falsa y papeles apócrifos. Más de quince años después, ese documento permitió a Rodolfo Walsh ser Norberto Freyre otra vez, en San Vicente”. Así da sus pasos iniciales el artículo que elaboró la periodista local Patricia Serrano sobre los tres meses que el escritor detenido y desaparecido en 1977 vivió en el distrito. Por esa investigación fue llamada a declarar como testigo en la causa por los crímenes de lesa humanidad perpetrados en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En adelante, una de las aristas en las que ahondará la Justicia es la relación de la Policía local en el operativo que destruyó la vivienda, secuestró volúmenes de la obra inédita del militante y borró su paradero.
La proximidad geográfica pero más “la admiración” por el hombre que supo escribir la Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar movilizaron la búsqueda de información hace unos dos años, describió la comunicadora. Esa llama la impulsó hacia el mismo “barrio obrero” en el que hace tres décadas pisó, con los zapatos hundidos en el barro, el sujeto que decidió presentarse al vecindario con un nombre distinto para preservar su vida, aunque las botas terminaron por aniquilar su libertad.
Es que los ‘puntos finales’ al relato detrás del discurso oficial y el olvido neoliberal de 1990 contribuyeron a que todavía no se definieran el principio, nudo y desenlace de las experiencias tras los muros del hogar de El Fortín, hoy habitada por María Salas, hermana de Rubén, un efectivo retirado. Desandar el derrotero local de Walsh permitiría “reconstruir su historia y resolver la de San Vicente, que es tan necesario”, entendió la vecina.
Para dar con los datos de ese pasado reciente, la herramienta fue la entrevista cara a cara con las personas que vieron desde sus ventanas el accionar del grupo de tareas. A la gente de los terrenos lindantes “les dijeron que estaban buscando a una pareja, se confundieron de casa primero” hasta que dieron con la buscada y a punta de arma les indicaron “que se quedaran adentro”, relató la investigadora, en diálogo con LA TERCERA. Pese a que quienes ya son adultos mayores recuerdan esa jornada, muchos se enteraron de quién había sido en realidad Freyre cuando ella se acercó a desenredar el ovillo de vivencias violentadas.

De refugio a patrimonio histórico

Paradójicamente, a la cara de acción concreta de un modelo económico que estaba afianzado en la propiedad nada parecía importarle adentrarse en un espacio familiar cuya titularidad estaba escriturada. La expropiación de los bienes de los detenidos en centros clandestinos era el festín de los hombres del Falcon verde, sin contar el crimen de cosificar y apropiarse de niñas y niños. La casa del periodista en el partido no fue la excepción.
Allí había llegado en enero de 1977, tres meses antes de que escribiera la misiva a quienes iban a ser sus asesinos, en un juicio que recién ahora busca dar con el nombre de los culpables. Vivía con su compañera Lilia. Las parcelas “fueron compradas con dinero prestado por su primera mujer. Necesitaba algo barato pero que estuviese conectado con Capital y cerca del agua. El viejo Matute, dueño de una inmobiliaria del pueblo, se la vendió a un precio módico”, reflejó la sanvicentina en la crónica publicada en el diario Crítica que le valió la convocatoria como testigo del proceso judicial sobre la tortura y los homicidios ocultos tras las paredes blancas de la ESMA.
Entonces decidió que todos en el vecindario creyeran que era Norberto Freyre quien se había mudado. “Las partidas municipales (identificadas como 004411, 059749, 059750 y 059751) llegaban con ese nombre”, explicó Serrano a este medio. Así fue hasta que el Ejecutivo decidió dar de baja esa facturación, cuya deuda apenas superaría los 5 mil pesos, para convertir ese espacio de muerte en uno donde reviva la memoria: patrimonio histórico distrital.
Mientras el Congreso Nacional analiza darle a ese techo una importancia histórica federal, en su interior todavía habita la hermana de un policía cuya relación con el operativo que secuestró al autor está en averiguación.

Para que no hablen “los de los derechos humanos”

Rubén Salas ingresó a la escuela de cadetes Juan Vucetich en 1974. Dos años después, egresó y comenzó a ‘prestar servicios’ en la Comisaría Segunda de Almirante Brown. A partir del testimonio de Serrano se incorporó a la causa un listado del personal que en 1977 se desempeñaba en esa dependencia -en el que está incluido el hombre- para verificar “la colaboración de la Policía local para ayudar (en el ataque al dirigente) y permitir que pasara”, señaló la periodista.
Ese personaje aseguró, según el escrito publicado en el medio nacional ahora defendido por sus trabajadores, que hacia 1978 tomó la vivienda del referente de Montoneros y reparó su estructura, devastada por los verdes, como respuesta a un pedido de su madre. “Viste cómo son las viejas cuando se les mete algo en la cabeza”, trató de justificar el sujeto, según el informe. “Tengo miedo. Los de derechos humanos, con esto de que soy policía retirado, pueden hacer cualquier cosa, inventar”, esbozó.
Su hermana, María, es la actual moradora de la vivienda. “Esta casa estaba destruida. Nosotros la arreglamos. Es nuestra casa”, recalcó la mujer en el trayecto informativo que sirvió de dato a la Justicia. Cansada de las consultas incipientes sobre el dueño original del espacio, no suele dar explicaciones sobre su llegada a ese punto del Conurbano ni permitir tomar fotografías en su interior.
La vinculación entre la arteria local de la nada inactiva fuerza de la provincia durante la dictadura es la próxima instancia a revelar. Aunque Patricia Walsh, dirigente política e hija de Rodolfo, “tiene la idea de que la familia consiga una salida buena, que no sea para nada forzada, que se pueda conseguir una solución para todos”, aclaró la periodista.

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“La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades”.
Así inicia la Carta a la Junta militar firmada con fecha del 24 de marzo de 1977. Al otro día, un grupo de tareas lo secuestró en su casa.


Publicado en La Tercera del 1 de diciembre de 2010