15 de febrero de 2010

Un estudio lomense ayudó a detener que Aretra se instalara en Máximo Paz

Por Noelia Leiva


La molienda de vidrio funcionaba en el predio de Santa Catalina. Análisis de vecinos y especialistas fueron citados por una agrupación de Cañuelas. En primera instancia, la Municipalidad de ese distrito se comprometió a no autorizar la edificación. Esa actividad produce afecciones respiratorias graves.

 
A la par de la multiplicación de organizaciones vecinales que defienden el medio natural, se propagan las instituciones que obstaculizan ese fin. Y también se replica la información entre los ecologistas para reforzar el derrotero de esa lucha. La investigación que el colectivo “Todos X Santa Catalina” realizó sobre las consecuencias en la salud de la molienda de vidrio Aretra, clausurada en agosto último, respaldó la presentación ante el Ejecutivo de la Asamblea Defensora del Medio - Ambiente Máximo Paz (ADeMA), de Cañuelas. Esa agrupación logró detener el primer intento de que una sede de la empresa cuestionada se instalara a escasa distancia de la población.
La primera reacción fue la de averiguar los antecedentes, ni bien la entidad conoció el nombre de la empresa que pretendía instalarse en la zona industrial, unas 20 hectáreas en Máximo Paz oeste cuyo fin productivo fue determinado luego de que se desarrollara un barrio. Entonces dieron con la experiencia lomense, cuyo análisis principal lo elaboró el ingeniero agrónomo Alberto De Magistris. Pero a diferencia de la experiencia local, allí la Subsecretaría de Política Ambiental les anticipó que en diciembre habría una audiencia pública.
Ese encuentro inicial desencadenó el sondeo de los cañuelenses que culminó en la reunión del 26 de enero último en el que las autoridades ejecutivas “confirmaron que no se va a realizar la instalación”, aseguró a LA TERCERA Lucía Soria, presidenta de la asociación. Sin embargo, la duda persiste: “Habrá que ver en qué lugar del distrito se ubicará”, manifestó, casi en sintonía con la inestabilidad que los protectores de Santa Catalina transmitieron cuando, pese a la clausura de la fábrica, se divisaba movimiento de material vítreo y vehículos.
En Lomas, la tranquilidad comenzó a llegar hace semanas, cuando observaron que “se demolió la balanza” con la que trabajaban, sostuvo Elena Stankiewicz, del movimiento que cuida del Espacio Verde Público también amenazado por el avance de Covelia. “Tenemos que unirnos todos, es la única manera”, resaltó la mujer.
Para ADeMA, la propuesta de unificación de fuerzas es una realidad desde 2007, cuando los cuadros sintomáticos que comenzaron a padecer adultos y niños de la periferia los motivó a preguntarse qué normativa regulaba el área industrial, donde se pueden instalar construcciones Categoría 3, la de máxima peligrosidad. La ordenanza 2465-08 exige que las industrias describan su actividad, con el correspondiente estudio de impacto ambiental. Pero, como en otros epicentros del Conurbano, ese comportamiento no parece respetarse.

Antecedentes lomenses


Un análisis microscópico del material molido que Aretra producía a cielo abierto verificó que las astillas de vidrio pueden esparcirse por el viento e introducirse en el sistema respiratorio humano, donde “producen silicosis (una afección pulmonar) y microheridas alrededor de las que pueden formarse células cancerosas”, indicó el estudio de De Magistris.

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